Sin ti no hay nada…
Sólo bloques de hormigón
almanaques que pasan sus hojas sin prisa ni pausa
muchedumbre que se mueve entre el asfalto
como una marea humana
taconazos de baile desparejo
que musitan en mi oído tu danza acuática.
El río de tu boca, el alma de tu fragancia
la sinuosidad de tus pupilas grises
y las montañas que no se alcanzan
las rosas carecen de matices
cuando te alejas de mis manos
sin mis besos y abrazos
sin mis caricias y palabras.
Mi vida se torna fría, mi vida corre
por latitudes insospechadas…
Si no estás a mi lado
aparezco en callejones de frágil satén, disfrazada
enroscada entre capullos de malvavisco
y semáforos en ámbar
luces intermitentes que me desahucian
inminente mi muerte, inminente mi causa.
Vivo para verte, para mirarte en los espejos
esos que despliegas ante tus ojos
esos ojos que me hechizan y me envían al cielo
el cielo no es azul, se ha tornado rojo
rojo sangre, aunque mis venas se endurezcan
y mi corazón no lata, aunque
mi alma se difumine por el blanco de nuestra casa.
Sin ti no hay mañana
porque moriré de tristeza
vagando por las calles de mi España
de mi acabada, España…
Las pendientes serán cruces y las bajadas charcas
cubiertas de barco que se quedó en la mar brava
que navegó por los mares de este mundo
sin rumbo fijo y sin vela cándida.
La tuya fija el rumbo, hierático
que me devuelve a este cuerpo sin habla
solitario cuando te marchas
parco de palabras y movimientos
parco de sensaciones y de olores frescos
parco de ver pasar los días claros y diáfanos
y las oscuras noches sin alba.
Me voy, con mi país, al barrizal de la nada
a ese lugar por donde caminan los olvidados
a ese lugar donde viven los no amados
a ese lugar en el que sólo el viento habla.
Anna Genovés
16/08/2013
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Ana M.ª Genovés Badenes
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V-1870-12