Yo.
Soledad sonora
que apesadumbra mi alma.
La soledad latente,
que no cabe en una mirada.
Ella.
Tiernos ojos, oro nuevo,
frente a mi mente
sin brillo, desgastada.
Yo.
Anciano iluso.
Ella.
Sonriente, viva,
sin lágrimas.
Yo.
Corazón oscuro,
tinieblas grises
afiladas como garras.
Ella.
La sal en la boca.
Yo.
Un corazón vacío,
con huecos, sin ramas,
con frío de invierno.
Ella.
Hermosa y joven,
con la miel a punto.
Yo.
En la frontera triste,
donde los demás,
ven ridículos, mis sueños.
Margarita Wanceulen