Si ves que río en la más triste tarde,
si adviertes que mi boca no entristece
sabrás muy bien, amor, cuando te bese,
que estoy riendo porque soy cobarde.
Esta sonora risa que hace alarde
y que me esmero yo porque no cese
es una sombra que en las sombras crece,
un redundante fuego que no arde.
Quién te dijo que no anda en mi cabeza
el paso mudo de una gran tristeza
o un arañazo cruel sin remediar…
A veces pienso que he sufrido tanto
que en la agonía se me ha muerto el llanto
y entonces río sin poder llorar.