A Trujillo (Cáceres). Por Juan A. Galisteo Luque

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Hay en Trujillo una torre,

en la torre una campana;

en la campana azul cielo

que llega de la alborada.

Si la campana es de bronce,

de piedra es también su cama;

abajo está la ciudad,

y allá lejos, la montaña.

Trujillo, hermosa Trujillo,

¡Cuán grandiosa es tu muralla!,

tus callejuelas antiguas

y tus casas enrejadas.

Tu plaza mayor, tu iglesia,

tus arcos y tus ventanas;

también Pizarro a caballo

empuñando larga espada.

¡Quién pudiera despertarse

todas, todas las mañanas,

entre algodones de ensueño,

envuelto entre nubes blancas!

Y luego izarse muy alto,

al atardecer o al alba,

junto a esas aves grandiosas

que extienden firmes sus alas

y se deslizan al viento,

cruzando las atalayas.

Trujillo, hermosa Trujillo,

¡cuán inmensa es tu elegancia!

con tus sillares y almenas,

con tus calles empedradas.

Prometo volver un día,

aunque mi vista cansada

no pueda ver la belleza

que desprende tu elegancia.

Trujillo, hermosa Trujillo,

¡yo te amaré en la distancia!

—–

Juan A. Galisteo Luque

Blog del autor

Del poemario Versos de luz y sombras

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