Tus besos me diluyen en las plazas
mientras la luna cruel nos tranquiliza.
Mis abrazos te nutren
y la niebla nos habla desde el nido.
Nuestros roces sostienen el gran tiempo
como pájaros libres hacia el sol.
Paraísos de sombra nos embriagan
los labios adheridos a la luz.
Mi piel es territorio de tu cuerpo
y los astros reflejan el inicio
en mi vientre de diosa trashumante.
Tus manos me recorren en el sueño
con la respiración de las estrellas.
Mis dedos te acarician sin tocarte
y mis uñas de gata supersónica
atraviesan tus mundos escondidos
como si fueran éter.
Ana Muela Sopeña
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