Una brisa de aire fresco. Por Fátima Ricón Silva

 

He pasado el día buscando una brisa de aire fresco.
Abrí la ventana de par en par y un soplo de aliento cálido
me aplastó la moral.

Levanté la alfombra de poesía que cubre el suelo de mi vida
y docenas de pelusas hirientes me indicaron que por allí no debía buscar,
estornudé versos secos y agriados.

Miré ciega el sillón de color que preside el salón y descubrí
una oleada de cabello con cristales engarzados entre las hebras,
las cuentas estaban opacas y tristes.

Investigué los estantes de libros llenos de sabiduría,
indagué en la pared que esos lomos lamen con sus historias,
no había contenidos, los libros estaban vacíos.

Volví a abrir el ventanal,
nada.

¡Oh! ¡Qué despistada!
¡Olvidé abrir mis ojos!
Sólo miré y no me molesté en ver.

Ahora tras la ventana descubrí un mar de nuevas aventuras,
bajo la alfombra de versos se deslizaron las rimas,
en lo alto del sillón brillaron en todas sus facetas los cristales,
los libros se volvieron a empapar de experiencias y enseñanzas.

Reí de mi propia torpeza.
No debo olvidar de abrir mis ojos para ver.

 

 Fátima Ricón Silva

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