Callejea por la vida huyendo siempre como un animal sin tregua
Perseguido.
Se duerme en la sinrazón de la apariencia instalado en las esquinas
del olvido.
Tiene claro que no sabe a dónde ir, que ni quiere ni le quiere nadie
y piensa que es su sino.
Pero alguien le dio un ejemplo de lo que era la esperanza.
No es Lázaro, y sin Dios, de pronto se despierta, se levanta
y sueña.
María Dolores Almeyda
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