«… ¡Tómame, Antonio –imploró ella–, no puedo esperar!
Pero él no la tomaba.
Para entonces, la ansiedad de sus entrañas era como un fuego rabioso. Pensó que iba a volverse loca. Fracasaba en todos sus intentos de provocarse el orgasmo. Si le besaba demasiado tiempo, él la rechazaba. Conforme se movía, el gran cinturón producía un sonido metálico, igual que la cadena de un esclavo. Y, en efecto, era la esclava de aquel enorme hombre moreno. Él mandaba, era el rey. El placer de la mujer estaba subordinado al suyo, y Louise comprendió que no podría hacer nada en contra de su fuerza y de su voluntad. Pedía sumisión.
El deseo de Louise murió de puro agotamiento. Su cuerpo se liberó de toda tensión, y se volvió como de algodón. Cada vez más exultante, él gozaba de ello. Su esclava, su posesión, un cuerpo roto, jadeante, maleable, cada vez más suave bajo sus dedos. Sus manos perseguían todas las líneas de su cuerpo, sin dejar ningún rincón intacto, amasando, amasando según su fantasía, doblándolo para satisfacer su boca, apretándolo contra sus grandes dientes blancos y relucientes, marcándola…»
Extracto de Delta de Venus
Anaïs Nin
Anaïs 21
Anaïs es una bloguera con ganas de comerse el mundo. Sin embargo, no sabe para dónde tirar. Escribe de todo. Su imaginación es un tótum revolútum: cuentos eróticos, microrrelatos gore, novelas históricas, poemas, relatos góticos… Está hecha un lío.
Tras una noche loca con su novio, compone un relato apasionado y directo; vamos, que no se muerde la lengua si tiene que explicar cómo hacer una felación, por ejemplo. La aceptación es rotunda: más de 5.000 visitas en un día.
Empero, no todo es satisfacción. Cuelgan vídeos porno en el muro de su facebook, recibe mails obscenos, insultos a tutiplén de anónimos fanáticos y le piden amistad beocios indecentes. Está hastiada de la falsedad del siglo XXI.
Un día telefonea a una amiga y le cuenta la verbena:
―¡Tía, qué no me dejan en paz. Se creerán que cuento mis affaires o que soy ninfómana. Yo qué sé!
―¡De dónde sales, cariño. Bienvenida al gran teatro las redes sociales! Hay personas elegantes, discretas, agradables y otras con perfiles falsos…
―¡Menuda mierda! Si fuera un tío, seguro que nadie se metía conmigo. Pero tengo ovarios. No es lo mismo…
―Anaïs, el mundo es machista e hipócrita.
―¡Juro por Dios que no volveré a escribir otro relato picante! Es mi suicidio erótico.
―Sólo por fastidiar a esos tíos casposos que piensan con la entrepierna y que cuando nadie los ve se la amasan a tu costa. O a esas urracas del mea culpa que te ponen verde y después utilizan vibradores hasta pulverizarlos. Haría todo lo contrario.
―¿Estás segura?
―Completamente.
―¡Que les den!
Caprichos del destino: triunfa como el Avecrem.
Anna Genovés
29/03/2014
Blog de la autora
Derechos reservados a su autora
© Anna Genovés
«Si fuera un tío, seguro que nadie se metía conmigo.» Haz la prueba (es solo un estudio sociológico) y crea un blog con voz masculina y contenido erótico. A ver qué pasa. Lo digo porque tengo una amiga a la que le ha ocurrido algo parecido, a la que han denunciado fotos «subidas de tono» en ese teatro de las redes sociales del que hablas.
Besos.