Apenas nadie se libera de que en algún momento de su vida tenga que hacer frente a cambios profundos en su entorno. Y si a nosotros mismos no nos toca experimentar ese trance, quizás fueron nuestros padres o abuelos los que tuvieron que superarlo. A lo mejor cambiarían el campo por la ciudad, el trabajo autónomo por un empleo o llegarían procedentes de otros sitios o países para afincarse en tierras que ahora, generaciones más tarde, estamos llamando «nuestras». ¿Cómo habrá sido el recibimiento de aquellos antepasados nuestros cuando empezaron su vida entre los oriundos del lugar, ambos entre sí extraños y diferenciados por estrato social, idioma, cultura, religión o color? La marginación y el rechazo que probablemente sufrieran ¿son el legado que nos dejaron para que nosotros nos mostremos hostiles y suspicaces hacia los que en la actualidad vienen huyendo de circunstancias que amenazan tanto a ellos como a sus hijos? Si nuestros abuelos pudieran contarnos con todo detalle las vicisitudes de aquella experiencia vital suya, ¿no nos encargarían recibir con cariño y comprensión a los refugiados actuales y darles nuestro apoyo, siempre dentro de nuestras posibilidades se entiende? ¿No quisieran vernos ofrecer a través de iniciativas populares y organizaciones oficiales lo que esté a nuestro alcance, sea poco o mucho, y, en el trato directo como principal entrega, practicar el acogimiento social y personal con tolerancia hacia sus costumbres y con amor, que es el único antídoto del miedo?
Cualquiera de esas familias que llegan por el interminable camino que transitan los refugiados podría ser la de tus antepasados y será la de tus vecinos y amigos si les das una oportunidad.
Dorotea Fulde Benke
No nos damos cuenta de que todos somos en algún momento emigrantes en distinta escala. Marchamos a estudiar, a trabajar. Viajamos y sentimos el desarraigo. ¿Tan difícil es dejar de ver las diferencias y ver que solo somos hombres sin adjetivo?
Con cuánta sencillez nos pones en el lugar de otros. Y es que para decir verdades con ser sencillo basta.