Triste realidad
Miro caer las semillas;
siempre espero que caigan
en mentes fértiles
y que los frutos sean dulces.
Los frutos jamás son lo que deseo.
Caen las hojas, también;
llevan el ritmo de un sepulcro.
¿Por qué no pueden estar
más animadas?,
¿por qué no pueden estar vivas?
A veces me pregunto si los demás
sentirán algo al ver las hojas
y las semillas,
si sabrán que existo,
si no soy un cuerpo
danzando con fantasmas
sin tener espíritu.
¿Tendré lugar aquí?
¿Tendré lugar en algún lado?
Mientras lo descubro, la noche
me tiene deambulando
en su hocico de hiena,
y las hojas, y las semillas,
que me arranco en cada poema,
siguen cayendo sin que nadie las reciba.
Caen, como yo, en ninguna parte.
Chalico