Sola y abandonada por
aquellos que quiso una vez,
una mujer sin luz, oscura y triste,
va camino de un andén.
Y en una oración callada,
esperando que aparezca
en su vida una vez
el maestro del amor,
la luz de la ilusión,
el que con ojos serenos
sonría envuelto en flor.
Mira al horizonte, y con
el crepúsculo vuelve a perder
esa mujer sin luz,
en el juego del querer…
© Isidro R. Ayestarán, 2008
NOCTURNOS www.isidrorayestaran.blogspot.com