Segundo fragmento del pequeño espectáculo poético teatral realizado el pasado 13 de noviembre en la Sala de Exposiciones del Gran Casino del Sardinero (Santander).
Para este número, los versos de «Trovador de madrugada» sirvieron como punto de inflexión del show, pasando a la parte dramática y profunda, homenaje a los personajes solitarios y románticos del cine de los años cuarenta y cincuenta.
«Vemos a nuestro amante
alejarse cuesta abajo,
mientras el nudo en la garganta
hace que nos aferremos a la butaca de la vida,
para, lentamente, con pasos derrumbados,
acercarnos a nuestro camarero favorito
para entonarle el himno del trovador de la madrugada:
aquél que se canta al acabar la música,
al apagar las luces, al cerrar la verja…
y no tener a quien dar un beso de buenas noches».
© Isidro R. Ayestarán, 2009