(Recitado por Clips)
Debería de buscar un nombre para esta ciudad
que no se le chorree por la cintura
como “límites del mar a las 4 de la mañana”
o “chucherías escondidas debajo de las gradas”
pero el perú son tres obreros masticando hambre a las diez de la madrugada
con una botella de agua debajo de cada brazo
y como es ya obvio, no tienen sed.
El perú es un río y risas pintadas en quechua
sobre máscaras
de amonio.
Zapatear la tierra hasta levantar todas las flores a la espalda.
Una cajita nacarada llena de alitas de mosca.
La imagen lúdica de mi botón de óseo canino.
Su sonido y peso roto en mi camisa.
Su imagen telúrica de esfínter gastado.
El perú son taxis llenos de caspa.
La lucidez de una hormiga atrapada en la pintura fresca.
Rombos y piedras cuadradas con forma de puma.
Aquí (y no me refiero a un lugar) viajar es lo que queda.
Aquí el mundo pierde el ombligo.
Queda explorar una cintura buscando un nombre
como “llamas que rumian un árbol sin consumirlo”
o “la liturgia de los peces ensimismados de amor”
Y claro
un adiós
claro
que revienta como una úlcera reseca cuando
yo soy quien me voy y ella se queda.
El perú es el sabor de una fruta amarilla y negra.
Una lúcuma, por ejemplo.
Entonces la desconocida te toma la mano, juega con tus cabellos. Trata de sonreír
como una muchacha luego de diez años o como una dama de rojo. Y no le sale tan mal.
Abre la boca para cacarear. Y no importa.
Se puede seguir esperando que se le ocurra la idea que se quiere
mientras tejes hilos de plata sobre su muñeca.
Aquí una piedra tiene el encanto de ser una piedra.
Aquí las frutas más ácidas están reservadas para los viajantes solitarios.
Los discursos nacen a la sombra de los deseos.
Un nombre como “y dios creo los papagayos allá en pueblo libre,
y todas las criaturas que se caen de colores por la cintura del viento”
Todo es tan un oximorón viniendo de esa.
Aquí les dejo por si necesitan pruebas.
El paisaje del andén de trenes me es una herida abierta, decía.
IV Certamen Poemas sin Rostro 2008-2009