Antonio Orejudo y el Premio Mandarache ayer en Cartagena

¿Puede un escritor joven, estudioso de los sefardíes y que no ha presentado sus libros «ante más de cinco personas» salir airoso del bombardeo de preguntas de cuatrocientos estudiantes de instituto (armados de teléfonos móviles y ganas de usarlo), sobre cómo, para qué y para qué no ha escrito una novela ambientada en el siglo XVI y con una crítica al poder? Por milagroso que parezca, si se trata de una iniciativa de animación de la lectura como el Premio Mandarache, puede. Como ayer en Cartagena.

Antonio Orejudo
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