Cielos de Extremadura: un Libro que mira a lo alto
El pasado día 25 de noviembre, en la Fundación Xavier de Salas (Trujillo), en el impresionante marco del Convento de La Coria, un espectacular edificio del siglo XV, fue presentado el libro Cielos de Extremadura. Extremadura en la red: blogs y fotografía de naturaleza. El acto, cuya organización corrió a cargo de José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández García, cerró el VII Encuentro de Blogueros de Extemadura (2017), de multitudinaria asistencia, y durante el cual fue posible disfrutar, a lo largo de la jornada, de diversas charlas que abordaron argumentos celestes desde distintas aproximaciones.
La obra, coeditada por la Dirección General de Turismo Junta de Extremadura y la Fundación Xavier de Salas, recoge aportaciones de lo más heterogéneas que sin embargo nos ofrecen, en su conjunto, un recorrido fotográfico de sobrecogedora belleza por tierras extremeñas, unos paisaje aún inusualmente vírgenes y más desconocidos de lo que a menudo creemos. En Cielos de Extremadura tienen cabida un amplio género de propuestas articuladas alrededor del motivo central del cielo, pero en las que siempre cobra un papel esencial la imagen, poderosa y sugerente, de conmovedora hermosura.

En palabras de Atanasio, uno de los padres de la criatura y encargado de presentar la antología en sociedad: “éste no es un libro negro, sino lleno de colores”. Porque lo cierto es que los organizadores esperaban recibir aportaciones esencialmente centradas en la fotografía nocturna; y sin embargo, para su sorpresa y regocijo, encontraron cielos de lo más variopinto, todo género de cielos extremeños en las muchas colaboraciones que finalmente recoge la obra: prodigiosos amaneceres, incandescentes crepúsculos, iluminadores cielos nocturnos, cielos como deslumbrantes fondos para las aves ‒esos seres que, para nuestra envidia, transitan libremente entre tierra y cielo‒, cielos nubosos y cielos despejados, cielos vislumbrados a través de la fascinante gasa de la misteriosa niebla, cielos reflejados en el espejo de las aguas ‒multiplicado así su hechizo‒… Y es que el cielo, como nos descubre este libro, está repleto de matices.
Los artículos propuestos cubren casi todo el territorio geográfico de la amplia Extremadura, tanto Cáceres como Badajoz, pues son muchos los blogueros involucrados en la conservación y promoción del patrimonio artístico, etnográfico y natural de sus respectivas tierras.
En su afán por aunar y divulgar valores científicos, estéticos, culturales, naturales y paisajísticos, en definitiva ciencia y turismo, las ópticas con las que se contempla ese misterio insondable que se extiende sobre nuestras cabezas se revelan de lo más diversas: artículos de contenido botánico que examinan flores semejantes a estrellas; contribuciones en las que el patrimonio arqueológico y artístico se funde con un cielo que actúa a modo de espectacular marco; colaboraciones en las cuales la astronomía y la fotografía de cielos nocturnos nos permiten descubrir un paisaje a casi todos vedado, potenciando nuestros sentidos, confiriéndonos serenidad para reflexionar en el silencio y la soledad de la noche, descubriéndonos una fauna que nada tiene que ver con la diurna; aportaciones donde cielo y mitología ‒mitología antigua y también leyenda contemporánea, muchas veces vinculada al bandolerismo‒ se funden o donde se funden iconografía y cielo; capítulos con cuerpos celestes ‒la hipnótica luna, el radiante sol y las misteriosas estrellas, paradigma de las cuales se diría la Vía Láctea‒ o fenómenos meteorológicos por protagonistas; también siluetas urbanas que se recortan en el cielo ‒el concepto anglosajón de skyline‒, ese cielo que a menudo se extiende protector sobre la ancestral dehesa; incluso reflexiones sobre cómo la observación del cielo puede ayudarnos a recuperar la paz interior, tan esquiva en las grandes ciudades, y a desarrollar nuestra espiritualidad.
Porque contemplando el inmenso cielo nos encontramos a nosotros mismos. Y también, no menos importante, aprendemos a buscarnos. Contemplando el cielo descubrimos nuestro lugar en el mundo. El cielo, siempre cambiante, se convierte en una atractiva utopía que perseguir, un estímulo que nos empuja a hacer nuevo camino.
Cielos de Extremadura nos descubre una tierra de cielos privilegiados que aún nos permiten contemplar las estrellas. En buena medida gracias a la baja densidad de población, que todavía mantiene a raya la tan temible contaminación lumínica, y a la escasa contaminación del aire, que facilita la observación gracias a la discreta presencia de partículas en suspensión, Extremadura se revela una tierra llamada a jugar un papel protagonista en el programa Starlight, una iniciativa amparada por la UNESCO y la Comisión Internacional de iluminación cuyo objetivo consiste en recuperar y conservar ese patrimonio esencial, reconocido como “derecho científico, cultural y medioambiental de la humanidad”, que constituye el cielo, así como a descubrir y aprovechar todo su potencial económico.
Efectivamente Extremadura cuenta con zonas privilegiadas para la observación del cielo, zonas declaradas oficialmente reservas Starlight por su calidad, garantizada por la limpieza de sus cielos. Ésa que, tanto ciudadanos como instituciones, debemos comprometernos en preservar.
La obra que los blogueros extremeños nos proponen seguramente nos insta a conservar el cielo de nuestros padres. Ese cielo que contempla, tolerante y paciente, al género humano desde su mismo nacimiento.
Tras leer las numerosas aportaciones que se nos ofrecen, concluimos que hemos de hacer compatible el progreso con la conservación del cielo y de la naturaleza en general. Que no podemos seguir robando indiscriminadamente ese territorio a sus primeros propietarios, las aves y las estrellas; sino que hemos de aprender a compartirlo con humildad. Porque de ello también depende el futuro de la humanidad. Y no queremos que sea totalmente negro, lo queremos plagado de inspiradoras estrellas y lleno de brillantes colores.
Sentimos una poderosa atracción innata hacia el cielo, pues en lo alto advertimos una huella de lo trascendente. Y nuestra especie, a pesar de dejarse cegar demasiado a menudo por lo trivial y lo terreno, en lo más íntimo, aún desea aspirar a la esencia. En parte por eso nos subimos a la montaña: para acercarnos a esos cielos que se extienden fuera, pero también dentro.
Cuarenta y seis aportaciones de cincuenta y cuatro autores llenos de pasión que, bajo la coordinación de José Manuel López Caballero y Atanasio Fernández García, generosamente quieren compartir con los lectores todos aquellos prodigios que, con el cielo como telón de fondo, han ido descubriendo en su caminar por tierras extremeñas: las sensaciones y los sentimientos sugeridos por experiencias íntimas y únicas. Una obra construida sin duda, piedra a piedra, palabra a palabra, con un genuino amor por la naturaleza y el género humano.
Salomé Guadalupe Ingelmo
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