Francisco Ayala, el testigo privilegiado del siglo XX, último superviviente de la generación del 27, memoria de la República y el exilio, cuya vida estuvo marcada siempre por la búsqueda de la ética y la estética, moría ayer a los 103 años. Así, el escritor granadino y ciudadano del mundo bajaba el telón de su rica y prolífica vida, en su casa de Madrid, acompañado de su mujer, la hispanista Carolyn Richmond, tras no poder superar una bronquitis que le visitó la pasada primavera y de la que no se ha podido recuperar.
Último adiós a Francisco Ayala, memoria del siglo XX y ejemplo de una vida ética.
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A lo largo de su carrera literaria, Francisco Ayala se erigió como uno de los escritores más importantes en lengua hispana del siglo XX, cosechando numerosas menciones por la calidad semántica y formal de sus escritos como demuestran el Premio de la Crítica en 1972, el Premio Nacional de Narrativa en 1983, el Premio de las Letras Españolas y andaluzas en 1988 y 1990 respectivamente.
El director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, ha explicado que el escritor «vivió ajeno a todo rencor» y en España «fue un referente de la convivencia y de la concordia. En la Academia, todos están desconcertados y desolados, por más que supieran que, dada su edad, cualquier día podía morir». Para García Montero, quien fue el comisario del centenario Ayala, el escritor «hizo la literatura más inteligente del exilio.