A mi modo de ver, cada certamen literario tiene sus propias peculiaridades y manifiesta una evolución muy personal. Observarlo madurar y tener el privilegio de asistir a esa transformación es, de alguna forma, como ver crecer a un hijo o progresar a un alumno. Uno, con la esperanza de que den buenos frutos, siembra rectos principios en ese otro proyecto vital de cuya formación integral es responsable; pero luego, confiando en el buen juicio del discípulo, uno también concede la libertad para que esos principios se desarrollen por sí mismos, encontrando sus propias y personales vías, aquellas que reflejen mejor la naturaleza del otro. Creo que algo muy similar sucede con un certamen literario. Por fuerza en un primer momento es fuerte la impronta de sus organizadores y jurado, de los principios en los que ellos creen y de su forma de entender la literatura. Pero lo cierto es que, una vez crece en experiencia y aumenta la participación de los escritores que en él concursan, se hace más profunda la huella que ellos, a su vez, dejan sobre el certamen. Al final son los participantes, con la orientación de sus obras, quienes deciden cuál será el verdadero carácter de ese certamen. Y creo que eso se revela bueno, muy bueno. Porque en realidad son los escritores, profesionales y aficionados, nuestros verdaderos protagonistas.
Varios factores llaman la atención en ese fascinante proceso, y son estos los que intentaré resaltar a la hora de ofrecer mis impresiones sobre la convocatoria de este año; pues creo que son los que dejan más fidedigno testimonio sobre la verdadera idiosincrasia de nuestro certamen, los que mejor reflejan sus principales signos de identidad.
Sin duda, el primer aspecto digno de mención es el espectacular aumento en la participación de escritores profesionales que hemos advertido en los dos últimos años y muy especialmente en la presente edición. De hecho, si bien por motivos obvios ‒pues para nosotros la confidencialidad de las plicas es sagrada y sólo la coordinadora, totalmente ajena a las labores del jurado, está al corriente de las mismas‒ no daré detalles al respecto, sí puedo revelar que entre nuestros participantes ha habido currícula espectaculares, profesionales con amplias y reputadas carreras a las espaldas, autores realmente sólidos. Basta analizar, por ejemplo, la lista de nuestros finalistas para hacerse una idea de la calidad media de las obras a concurso. Aunque la impresión que se saque será forzosamente parcial, toda vez que muchísimos magníficos escritores con carreras igualmente brillantes, por exigencias de nuestras directrices ‒no sobrepasamos nunca los veinte finalistas‒, no han podido entrar en esa lista y sus nombres, por tanto, permanecerán siempre un misterio.
No obstante, esencial y muy enriquecedora se revela también la participación de escritores aficionados con mayor o menor experiencia previa en estas lides. Ellos, con sus aportaciones, a menudo introducen un viento fresco muy de agradecer. No pocas veces los noveles son capaces de proponer puntos de vista realmente originales e innovadores. Además, únicamente por pudor o falta de confianza en las propias posibilidades, frecuentemente mucho talento se conserva escondido en los cajones de personas anónimas. De hecho también algunos de nuestros finalistas cuentan con currícula no tan imponentes aunque sin duda prometedores. A veces se trata de personas bastante jóvenes o, por el contrario, de edad alcanzada. Ambos casos, por motivos diversos y hasta cierto punto opuestos, a título personal, me resultan admirables: toda mi fe en el ser humano descansa sobre quienes quieren ofrecer algo a sus semejantes desde muy temprana edad y sobre quienes, después de muchos años de servicio a otros, todavía quieren seguir ofreciendo con entusiasmo y confianza en que su obra resulte de utilidad.
En resumen, entre los muy diversos perfiles que componen el conjunto de nuestros concursantes, hemos alcanzado este año una participación altísima, en concreto de 1.204 escritores. Hemos acogido, literalmente, a participantes de los cinco continentes. Han llegado textos en español de lugares tan exóticos como Nueva Caledonia, Singapur, Botswana, Uzbekistán o las Islas Caimán, sólo por poner algunos ejemplos. Algo especialmente sorprendente si pensamos que se convocaba la modalidad de Poesía, que tradicionalmente cuenta con menor seguimiento que la de Cuento. Cabe indicar que, comparado con la modalidad de Cuento, se ha advertido un descenso de la proporción en la participación española respecto al resto de países hispanohablantes, lo que induce a sospechar que los españoles se sienten más intimidados por el género poético. Sin embargo ha sido significativo el aumento de la participación cubana y colombiana, que ha crecido de especial forma respecto a la de las dos nacionalidades generalmente más involucradas en este certamen después de la española, es decir, la mexicana y la argentina. Especialmente satisfactorio me parece también el que se hayan sumado a nuestro proyecto escritores de países centro y sudamericanos cuya participación precedentemente era nula, o que hayan aumentado las presencias antes únicamente aisladas.
La composición de los participantes ha sido básicamente la siguiente: 295 españoles, 232 argentinos, 122 cubanos, 120 colombianos, 101 mexicanos, 59 chilenos, 44 venezolanos, 42 uruguayos, 33 peruanos, 29 brasileños, 12 nicaragüenses, 11 dominicanos, 11 ecuatorianos, 9 guatemaltecos, 7 panameños, 7 salvadoreños, 6 hondureños, 5 paraguayos, 5 puertorriqueños, 4 costarricenses, 4 portugueses…
Todo ello demuestra, por encima de cualquier otra cosa, que el español está poderosamente vivo a lo ancho de todo el mundo. A menudo es custodiado, en tierras lejanas, por personas excepcionales con fascinantes vidas que tienen la generosidad de contarnos, al menos parcialmente, a través de sus obras. Personas que muy a menudo, por uno u otro motivo, se han visto obligadas a abandonar sus países de origen o son hijos de quienes lo hicieron antaño; pero que, aun así, han conservado celosamente su lengua de origen y la cultura a ella asociada.
Y esto entronca con otro aspecto que me parece esencial poner de manifiesto. Si bien todos los años, ya convoquemos Cuento o Poesía, una buena cantidad de concursantes nos presentan obras de claro contenido social, donde el autor revela sus preocupaciones por el entorno que le rodea, en la presente convocatoria el aumento me parece notable. En concreto me gustaría subrayar que no pocos han abordado el argumento de la violencia desde muy diversos ángulos, pero siempre con manifiesta preocupación. La violencia, por ejemplo, en sociedades como la mexicana ha sido recurrente. Pero también la violencia ejercida sobre poblaciones a las que se obliga a convertirse en refugiados: sobre quienes pierden hogares y lazos culturales y, arrancadas sus raíces, han de vagar privados de patria. Muchas veces, privados incluso de la esencial hospitalidad de una de acogida. Creo que es digno de reflexión el que a tantos de nuestros autores les haya conmovido este argumento precisamente ahora. Otros han indagado sobre los vínculos entre la violencia actual y la que justificó genocidios en el pasado, por ejemplo durante la Segunda Guerra Mundial. Hay quienes se han centrado en la violencia de género o en la racista, en la ejercida sobre el oponente político o sobre la inocente infancia.
Pero también hemos asistido a muchas reflexiones sobre la propia literatura, lo que demuestra el respeto que nuestros autores nutren por una disciplina que desarrollan con plena conciencia de sus responsabilidades.
Por supuesto estas son sólo algunas de las muchas consideraciones que sugiere la evolución del concurso. No obstante, nuestros participantes y simpatizantes podrán encontrar, prácticamente en tiempo real, información detallada sobre las novedades referentes al certamen en su recién estrenado blog y también, como siempre, en la web de la Asociación Países Amigos.
Allí podrán consultar el acta de fallo con la lista completa de los diecinueve finalistas cuyos trabajos han sido considerados dignos de tal distinción por parte de nuestro jurado ‒condición que a ellos, obviamente, ya les ha sido comunicada‒ y el ganador. También desde allí podrán acceder a la lectura de la obra ganadora y podrán contemplar algunas fotos tomadas durante la entrega de premios, donde se proyectó un fragmento del retrato que el reputado pintor español Alejandro Cabeza está realizando al ganador de la recién clausurada edición, un homenaje que forma parte del nuestro premio desde el año pasado. Alejandro Cabeza, reconocido artista cuyos cuadros forman parte de las colecciones permanentes de numerosos museos españoles y otras instituciones extranjeras, cuenta con obra en cuatro museos nacionales españoles, diversos museos provinciales, academias como la Real Academia Española, la Academia de San Quirce o la Academia de las Buenas Letras de Granada, ilustres universidades y múltiples casas museo distribuidas por diversos puntos de la Península.
Para concluir, me enorgullece poder decir que en la mayoría de nuestros concursantes se advierte la voluntad de que su obra sirva para mejorar al ser humano, para poner de manifiesto las deficiencias de nuestras sociedades o los defectos de nuestra propia naturaleza. Siempre con el afán de corregirlos entre todos. Creo que la mayoría de nuestros autores se revelan, como pienso debería ser todo autor, personas esencialmente solidarias.
No menos orgullo nos causa la enorme fidelidad por parte de nuestros participantes. Es muy usual que quienes concursan una vez repitan en años sucesivos e incluso de forma ininterrumpida. Y es esto algo de lo que nos sentimos especialmente satisfechos. Si bien nos entusiasma la nueva llegada de escritores que nos han descubierto sólo hace poco y se acercan por primera vez a este certamen.
A todos, viejos conocidos y recién llegados, les damos las gracias por la confianza que depositan en nuestro certamen y por el privilegio que nos conceden al compartir con nosotros sus obras. Esperamos seguir gozando de ese privilegio en años venideros, empezando por la convocatoria del 2016. Y continuaremos trabajando para demostrarnos dignos merecedores de ello.
Por supuesto, las puertas de nuestra asociación permanecen también abiertas para todos aquellos que deseen unirse a nosotros como socios o simpatizantes. Y muy especialmente a las instituciones, embajadas, ministerios y otras que decidan apoyar nuestros esfuerzos en favor de la conservación de una lengua que es la de sus ciudadanos; que nos une y nos hermana.
Salomé Guadalupe Ingelmo