El día dos de junio a las siete y media de la tarde tendrá lugar en el Ateneo Riojano la presentación de mi poemario » La hiedra del perdón».
El acto será presentado por el presidente de UPL Juan José Garnica y la poeta y gestora cultural Isabel Blanco Ollero. Es un poemario realizado en los años posteriores al fallecimiento de mi única hija Sara a la edad de treinta años donde se entremezclan todos los sentimientos posibles en el ser humano con un nexo común: el perdón y la aceptación como único modo de seguir. Sin perdonar me hubiese consumido. Todavía en el camino, duro, doloroso quiero compartir con vosotros todas las sensaciones traducidas al lenguaje poético.
Dejo una semblanza del poemario realizada por María Luisa Mora Alameda laureada poeta y amiga.
Muchas gracias a tod@s y en especial a María Luisa.
Pilar Gorricho de Castillo
La cita: Día 2 de junio a las 19:30 horas en el Ateneo Riojano. ¡Os espero!
Prólogo
Quien me conoce bien sabe que no soy amiga de prólogos ni de presentaciones de libros ajenos. Pero esta ocasión es diferente, sobre todo por el motivo de que Pilar Gorricho ha experimentado vivencias similares a las mías, especialmente la muerte de una hija. También da la casualidad de que su libro tiene un título que hace referencia a la hiedra, como mi primer poemario Las hiedras difíciles publicado en Editorial Torremozas en 1986. La hiedra de Pilar es la del perdón, pero en el fondo lo es también de la culpa y de un hipotético pecado, sentimiento algo ancestral en la historia del ser humano, por lo que ella cree ser castigada con la partida de su ser más querido. Aunque también veo en este libro ante todo un atisbo de reconciliación con el destino. También la luz, no esa luz que hace aflorar la suciedad de la vida como parece decir en alguno de sus poemas, sino la luz iluminadora, sanadora, que repara el dolor y el daño humano.
Pilar Gorricho escribe una poesía rica en metáforas. De hecho ella así lo asegura, aunque en tiempo pasado. Dice en Aquellas carreras: Amé tanto las metáforas. Pienso que, en este poemario, las sigue amando y manejando como asociación de ideas, en un mundo poético muy personal, con cierto matiz surrealista; y que las utiliza también para aportar fuerza y profundidad, sin ocultamientos, en una desinteresada entrega al lector, a quien pretende hacer confidente de la totalidad de sus sentimientos.
«Veo en este libro ante todo un atisbo de reconciliación con el destino».
Pilar habla de la culpa, «Es esta maldita /culpa, la que hace que mis tripas hablen por mí, dice en su poema No soy yo, con una rara rabia e impotencia visceral que le nacen desde muy adentro. Otras veces su poesía se transforma en el aposento de una muerte, sino real, sí del alma, como viene a reflejar en Deuda de tierra. En este poema se muestra deudora de un final que no llega físicamente, pero que sí pareciera anhelar en ocasiones.
Mención especial merece el dramático poema titulado 2 de mayo, donde habla del día en que nació su hija y compara dicha fecha con anécdotas más o menos importantes de la Historia, o simplemente con la coincidencia del nacimiento de personajes relevantes en ese día clave para la vida de Pilar: El mismo día en que/, colmada de vida/ abrí mis entrañas y me veneró el llanto, recalca como sentencia absoluta ante un final que ella parecía vislumbrar de una manera casi clarividente.
Pilar habla en Insatisfacción de una alegría externa, que los demás contemplan sin entender que, en realidad, el dolor de la autora anida fundamentalmente en su interior, haciéndose presente en todos los acontecimientos, tanto trascendentes como cotidianos, a pesar de que muestre su mejor rostro al mundo: Nunca tendremos suficiente la sombra de la alegría.
Otras veces refleja el castigo y la culpa en su poema Limbos: Más allá del cielo está el castigo. Y también la lluvia que limpia, que cura, que perdona, que arrastra lo más doloroso hacia un lugar desconocido y lejano: Lluvia como regocijo/ con algo que limpia, recalca en su poema Lluvia redentora.
Me llega especialmente el poema titulado Otras estrellas, donde habla de las madres que también han sido sufridoras de su mismo padecimiento: Hay una voz hablando con nosotras, poema que me estremece al sentirme totalmente identificada. Emocionante también su poema No sirve, en el que habla de la partida de su hija, en una especie de diálogo interior y que, a pesar de las circunstancias, aún adivina presente, y también de la belleza de Lucía, que así se llama la protagonista, llena de una plenitud orgullosa y parecida a la invencibilidad; y de la irracionalidad de su partida: Que tú te fueras / con tu pelo rubio y esa presencia/ orgullosa de ser.
En Por qué yo, está la pregunta sin respuesta, la personalización del sufrimiento, el silencio que duele y la rebeldía hacia lo que la autora considera injusto.
Su último poema es sin embargo, algo diferente respecto a la temática, que no en cuanto a la unidad del poemario en sí, donde habla de su incomodidad ante la figura más o menos lejana y majestuosa de lo que ella denomina en el título Poema altísima y donde hay una forma, más o menos clara, de increpación: Te seré incómoda / con este no ser mío que se siente inferior. Un sentimiento de inferioridad que muchos de nosotros albergamos alguna vez, y que Pilar supera, sin duda alguna, con esta Hiedra del perdón.
La hiedra del perdón es un poemario que hay que leer conociendo un poco la historia personal de la autora, lo que añadirá cercanía y verdadero sentido a este rosario de poemas, con el que Pilar Gorricho reza, versa, y se reconcilia con lo humano y con lo divino.
María Luisa Mora Alameda