Se llamaba Matilde, como las acciones de Telefónica, y llevaba una vida anodina, vestida de felicidad, con un marido gritón y una hija adolescente y respondona a la que adoraba. No tenía doble personalidad: era consciente de que la vida interior con la que fantaseaba, era una creación del pensamiento.
Se levantaba temprano para hacer las faenas de la casa, atendía el desayuno de los suyos y, en cuanto estos se iban, se tendía sobre la cama recién hecha, cerraba los ojos e imaginaba.
«Sebastián, el rico hacendado de la casa donde trabajaba como cocinera, le tenía el corazón alborotado. Ella sabía que su amor era imposible, pertenecían a dos clases sociales muy distintas, pero él, tal vez para recibir sus favores —razonó ella en su sueño—, le había jurado amor eterno».
—¡Matilde! —vociferó el marido regresando a casa, con una voz que se alejaba hacia la cocina, lugar natural en el que esperaba encontrar a su esposa.
Como un estallido desapareció de su mente la novela rosa que imaginaba. Salió al pasillo y se encontró de frente con el marido que regresaba de la cocina con los ojos muy abiertos, interrogándola con la mirada.
—¿Dónde estabas?
—En la habitación, ordenando el armario —mintió ella para justificarse.
—¿Dónde están las llaves del coche? —interrogó él.
Matilde se encogió de hombros. Temía dar una contestación que, de puro normal, molestara a su marido. Las llaves deberían estar en el cuelga llaves de la entrada, mas prefirió ir a ver antes que plantar ante las narices de su esposo semejante lógica. Volvió con ellas en la mano, moviéndolas en el aire.
Él salió de nuevo dirigiéndole palabras malhumoradas. Ella regreso a su cama, a imaginar su otra vida, la que se merecía, a pesar de los sobresaltos que inventaba,
«Vanesa —así se llamaba en su otra vida— se encontraba en la cocina como casi siempre, cuando oyó a su espalda la voz de Sebastián.
»—Hola Vanesa, ¿qué preparas?
»—Buenos días, señor. La señora me dijo anoche que preparara vichyssoise.
»—Te tengo dicho que no me llames señor si estamos solos.
»—No sabía si alguien más entró contigo, mi amor.
»Dejó por unos momentos de cortar verduras. Se limpió las manos en el trapo de cocina y las alzó hacia Sebastián para acariciar su nuca. Se besaron como alguna vez lo hicieran Rhett Butler y Scarlett O’Hara.
»Mientras estaban abrazados entró en la cocina la señora de la casa.
»—¡Sebastián! —gritó la recién llegada.
»Los amantes se separaron. Ella se giró de espaldas y volvió avergonzada a su labor.
»Él musitó:
»—No es lo que parece, mi amor…
»—Quiero que despidas a esa zorra de inmediato»
Margarita no pudo impedir que las lágrimas saltaran a su rostro al imaginar la escena. La brutalidad con que su amor le señaló la puerta, dejó su conciencia suspendida durante unos instantes. El personaje con el que fantaseaba para ser feliz en otra dimensión, se volvía contra ella regresándola a la vida insustancial de su matrimonio. Interpretó el folletín que ideaba su cerebro, se vio en la calle, bajo la lluvia, con una maleta de cartón atada con cuerdas, y se levantó de la cama para huir también de sus sueños. Sabía que su angustia no podía ser real, mas era incapaz de reaccionar, de buscar nuevas alegrías en su pensamiento. Se sintió abandonada, herida, humillada por su imaginación, que se burlaba de ella, de su locura consciente.
Al acostarse aquella noche, los pensamientos que la atormentaban se repetían en su cabeza. Sintió la caricia del pie de su marido contra el suyo. Sabía que no era un contacto accidental, sino buscado. Acarició su mano, repitiendo el ceremonial habitual de sus encuentros. Él la atrajo hacia sí y besó sus labios.
—Perdona la brusquedad con que te hablo algunas veces.
—No hay nada que perdonar, Sebastián…
Al oírse decir en voz alta el nombre de su amante imaginario, quedó paralizada. Rogó a Dios que su esposo no la hubiera oído.
—Te quiero, Vanesa —le contestó él.
Relato con sorpresa; aunque me pregunto: ¿el final sucede en la vida real de Matilde, o Matilde vuelve a «soñar despierta»?
Suerte, Dante. 🙂
Sí supieras lo que me identifico con esos personajes tuyos con dos vidas. Bello y sorprendente relato. Suerte.
Como mínimo me parece una historia original la tuya Dante y creo que tu pseudónimo va acorde con la historia.
Increíbles formas tiene la mente femenina para eludir, aceptar..o dibujar cielos o infiernos según su psiquis o su fuerza.
Te deseo mucha suerte y gracias por tu relato.
Y Matrix se reconcilia con la novela rosa. Cuidado, escribidores: esta afición puede ser peligrosa.
Suerte, Dante.