Ganadores y crónicas

Cristina Cifuentes Bayo

Primer Premio

Carme Riera y Cristina Cifuentes Bayo

Carme Riera y Cristina Cifuentes Bayo

 N.º16- Mi pez y yo. Por Bogardilla

Mi (memoria de) pez y yo

Una doble nominación es la excusa perfecta para hacer realidad deseos que llevan tiempo exigiendo cumplimiento: voy a Murcia, a por mis premios. Porque “mis premios” son abrazos, poner gesto y mirada a aquellos que quiero hace ya tiempo, a todos los que habéis llegado a mí desde Canal Literatura.

Empiezo a recogerlos de mañana, al placer del camino. A mediodía, más: arroz con mucho “amor” y caracoles. Atardece y se enciende un faro. Una voz cariñosa me roba el apellido/sobresalto. Brilla el reflejo de un río lejano, se ilumina un olivo y el aire es torbellino de versos.

La mesa cinco me regala más premios: poetas de colores y filósofos, jeroglíficos y golondrinas, y mi titiritero de tinta (china). Es fácil que fluya la palabra hablada cuando compartes el vicio de la escrita. Y, así, llega la hora. Veo disimular algunos nervios, de esos que yo no tengo: ya los he recogido. Los nervios no, los premios. Los tengo repartidos por la sala, atentos y expectantes.

Primer paseíllo. Poemas con/sin rostro, y premios merecidos. Crónica personal, decían… Pues confieso: hubo un motivo más al presentarme, yo, que de esto sé tan poco. Llevaba tanto tiempo queriendo conocer a Juan, y no he podido. Pero gracias, Ana, por tu voluntad y tu cariño. Sabes que cuentas también con estas manos.

Premio especial, y me aguanto las ganas de gritar, porque si el relato lo merece, la autora mucho más. Regala a manos llenas los valores que ensalza y yo tengo el placer de disfrutarlo.

Concurso de relatos: hoy seguro que acierto en mi quiniela. El tercero… El segundo y… qué pena que al fin no hayas venido. Oigo mi nombre y algo falla en la conexión, se funde un plomo, no logro que se acoplen imagen y sonido. Sin embargo, ciertos automatismos neuronales permiten que sonría, reciba, bese, me mueva hacia el micrófono… Pero no, sigo desconectada, incapaz de enhebrar algo coherente. Ni siquiera lo fácil, lo obvio, los lugares comunes del discurso de agradecimiento.

Mil excusas, doña Carmen, tan cálida académica. Perdonadme también mi familia y amigos, que sois toda mi vida. Disculpad, maestros, compañeros de quienes he aprendido a tirar de estos hilos de tinta. Sed clementes, autores consagrados a los que tanto debo. Qué poco habría costado esbozar un discurso por si acaso. Qué bien habría quedado, tan condesa subida en sus tacones, y no así que, alelada, sólo veo rostros desconocidos en la mesa de enfrente. “El grupo de lectores”, dice media neurona en un ineficaz chisporroteo. Y allá fue, para ellos y su trabajo anónimo y callado. Supongo que podía haber sido peor, porque mi memoria de pez no ha dejado constancia. Tampoco me arrepiento, pues sí, se lo merecen. Creo que, como náufrago, aún me agarré a la tabla y agradecí a Canal Literatura su espléndido trabajo. Y sí, será peor si me veo grabada.

Después… ¡Si no me acuerdo!  Las palabras de Luisa, emocionada, con su equipo, su sabor agridulce… Necesitaba el aire de la noche y el humo. Creo que caminamos calle arriba y abajo, para volver a unirnos casi en la misma mesa, con la última copa. Sé que estaba exultante y feliz, que seguí disfrutando hasta el último abrazo y el último hasta pronto, de mis queridos premios, tan cercanos y humanos, que hicieron ese día inolvidable.

 

 Gervasio Alegría Mellado

Segundo Premio

Carme Riera y Gervasio Alegría Mellado

Carme Riera y Gervasio Alegría Mellado

 N.º75- Los sueños del farero. Por Petrarca

 

Confieso que soy seguidor reciente de la página de Canal Literatura. Pero me enganché a ella gracias a que el azar me regaló amigos que me invitaron a conocerla y me animaron  a participar. Lo hice por primera vez comentando y votando algunos de los poemas sin rostro, bajo clave homérica.

Como quien se agarra al estribo del último tranvía en marcha, decidí presentarme con un relato poético, Los sueños del farero, en el que puse algo más que el alma y en el que me salió un final algo tristón; qué le vamos a hacer, así somos los del club de trasnochados románticos. Y, ya lanzado, presenté también un poema efervescente de reconciliación amorosa, Déjame en ti, para el premio especial. Ambos textos gestados en largas horas, robadas al sueño las más de las veces, cuando las musas, o vaya usted a saber qué extraño ser mitológico, me van llevando de la mano a compartir esa querencia por la belleza hecha palabra. Qué desolación cuando se alejan  y te dejan clavado en el andén vacío.

Y clavado me pude quedar, una vez más, en la estación de los sueños imposibles por mi incorregible vicio de dejarlo todo para el último minuto del último día de los respectivos plazos. Las prisas me  hicieron correr por las calles de mi pueblo en busca de la conexión Wi-Fi del cura al filo de la medianoche. ¿Qué se traerá entre manos a estas horas el hijo de la Dorotea con el cura?, bisbiseaba santiguándose la vieja tras el visillo, con el mismo gesto con el que las liebres comen hierba, que diría Ramón.

 Pero, por fin, me sentí el hombre más feliz del mundo con mi doble nominación.  Así que me puse en marcha y llegué a Murcia con la maleta reventando de ilusiones. Acudí a los aledaños del Hotel Amistad en los momentos previos a la cena. Y empecé a conocer a gente encantadora, a encontrarme, en carne y alma, sin sucedáneos de retratos literarios o fotográficos, a concursantes, finalistas, miembros de la organización y de los jurados; pude ponerles sonrisa y miradas y voz y piel a los seudónimos. Ya no necesitaba premios. En la ceremonia de atriles y micrófonos a algunos se nos nubla el magín, se nos pone cara de susto más que de felicidad o se nos anuda la lengua a la hora de decir lo que sentimos. Ni siquiera me acordé del cumple de mi esposa ni de nuestro aniversario de boda. ¡Qué desastre! Sirvan estas líneas de reparación y de regalo en diferido. ¿Servirán?

A lo largo de la velada y hasta la última copa comprobé, con ojos de asombro y guiños de complicidad, que el club de los soñadores y el frente romántico tiene una pléyade de socios, simpatizantes y seguidores, más de los que había imaginado. Todo el equipo de Canal Literatura es, sin duda, «socio de mérito» de ese club. Gracias  por esa noche y mucho ánimo. Somos muchos los que aún sentimos el escalofrío que producen las palabras y las historias bellas.

Ricardo Aller Hernández

Tercer Premio

Carme Riera y Ricardo Aller

Carme Riera y Ricardo Aller

 N.º9- La Taberna Fundadores. Por Earvin

Ni un considerable catarro ni la intermitente amenaza de lluvia impidió que mi mujer y yo acudiéramos vestidos como la ocasión lo merecía a la cena del día 4 de octubre organizada por Canal Literatura en el hotel NH Amistad de Murcia para honrar a las letras en versión poesía y narrativa en una celebración en la que tuve el honor de resultar galardonado.

            La cena, a la que me atrevería a calificar como notable en calidad y cantidad, transcurrió en animada charla con las personas con quienes compartimos mesa y mantel, y donde tuvimos el placer de conocer a José Miguel y María Luisa, dos de los integrantes del fabuloso equipo que con dedicación, tiempo y esfuerzo sacan este gran proyecto adelante.

Y por fin llegó la esperada entrega de premios, momento donde se abandonaron las máscaras y se pudo poner cara a los finalistas. Tuve la fortuna de resultar premiado, aunque confieso que yo no me siento a escribir pensando en ganar premios (aunque tampoco los rechace, señores del XI Certamen), pero sí busco que el que lea mis relatos disfrute, piense, medite, llore o ría. Es por eso que el reconocimiento del jurado a Taberna Fundadores me enorgullece especialmente, ya que es un relato del que estoy muy satisfecho por lo que se cuenta y por cómo se cuenta.

 Y como en los discos, un bonus track: al premio hubo que añadir el privilegio de poder intercambiar algunas palabras con toda una académica de la RAE como doña Carmen Riera, culminado así una magnífica noche de emociones y recuerdos.

 

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2 comentarios

  1. ¿Para cuándo los próximos certámenes? ya va para algunos años que no tenemos ninguno. Gracias y saludos.

  2. La suerte no deja de ser un término incompleto cuando el buen hacer va por delante. Humilde crónica de un gran hilvanador de palabras. Enhorabuena!!

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