Dicen que en las noches sin estrellas un resplandor de luna se filtra entre las nubes, atraviesa la torre del faro abandonado y llega a las aguas oscuras del mar, como una escala de luz, en el punto exacto donde la vio emerger por primera vez. Siempre quiso vivir solo,…
Y ahora, al cabo de los años, tengo una bandada de golondrinas. Llegó una pareja, hace ya tiempo, y empezaron a hacer su nido en uno de los rincones del balcón de mi dormitorio.
Marcela, mi vecina del frente, se fue de visita a la casa de sus tíos que viven en Buenos Aires. Me saludó hoy por la tarde desde la ventanilla de un Chevrolet Impala, color anaranjado, rebosante de felicidad. Una desgracia… ¡Justo ahora se tenía que ir! ¡Con la cantidad de…
Deyanira giró varias veces sobre sí misma buscando acomodo en el angosto vientre. En el corto trayecto hacia la luz, un lazo comenzó a cerrarse con fuerza alrededor de su delgado cuello. Se agitó desesperada. En medio de un gran vocerío, unas manos torpes trataron de liberarla de aquel cordón…
En el plato de Milagros había un trozo de lechuga. Era una de las hojas exteriores de la planta y por casualidad el cocinero no la había echado a la basura con las otras marchitas.
A mi padre, contertulio habitual, que me contó tantas historias A André Maurois, por Los silencios del coronel Bramble A García Márquez, por razones obvias 1 de Noviembre. Las luces del Café Mónaco resultan artificiales y falsas en este día triste, melancólico como una flor seca.
Dominado por la magia de las palabras, absorto en la proximidad del encuentro espiritual y confundido por las distintas versiones de la biografía de Shakespeare, viajaba en ferrocarril desde Londres a Stratford upon Avon. Era una peregrinación, pues apreciaba en mi ánimo un cierto misticismo.
Cuando Ana me dejó, tardé un par de días para decidir si aceptaba quedarme con el acuario. Tras sopesar pros y contras, accedí. Le dejé bien claro que necesitaría un teléfono para avisarle cuando fuera a salir de la ciudad, pues no podía implicar a ninguno de mis…
Madrid, 1618 A la hora menguante de otra calurosa noche de julio la taberna de los Fundadores era un bullicio de risotadas, ruido de huesos de Juan Tarafe rebotando en las paredes y rumor de conversaciones de los gariteros que se arremolinaban en torno a las mesas donde…