La maldición de la formidable Dujna Barnes. Por Cristina Flantains

     No debería ser difícil para un buen lector encontrar a Mss Barnes en el periplo que le propone la aventura literaria porque una lectura lleva a otra, un autor invoca a otro y seguir la estela que deja, en la inmensidad de esta manifestación artística, una obra o un autor, es como encontrar el cabo de una madeja desmadejada llena de hilos de colores e intentar resolverla. Se lo sigue con tranquilidad, y la certeza de que hay estelas que no se borran nunca y nos proponen viajes irrepetibles que siempre podrán emprenderse.

    Puntualizar cómo la encontré sería hacer perder el tiempo al lector que recorre estas líneas, porque fue de una manera fortuita y extraliteraria. A partir de ese momento, las primeras noticias que tuve, a través de la red, se relacionaban con su condición de lesbiana y feminista. En tercer lugar aparecía la referencia a su tarea literaria, casi siempre aplaudida, aunque con cierta discreción. Creo que la información sexual es una información prescindible a la hora de juzgar la calidad de un escritor, una vez aceptada, por lo menos teóricamente, la realidad de que el sexo se reduce a ser una entidad anatómica, cromosómica y hormonal natural, y que la perorata que ampara la ponzoñosa teoría de que la dualidad de los sexos se establece a través de la historia en un discurso dudosamente científico al servicio de intereses políticos y sociales, está superada, a partir de ese punto de superación, podremos entender que hemos alcanzado un horizonte casi impensable en 1936 y es reconocer en el Bosque de la Noche, ya libres de prejuicios, una obra de arte literaria sin más adjetivos. Por eso, lo único que no resulta de ningún modo prescindible es que se trate de una escritora con talento, pues una las busca ávidamente.

 ¿Por qué es Barnes tan estigmatizada?

 Cómo expresar los prejuicios que les asaltaron, y nos asaltan, al leer a Barnes , cómo omitir la dificultad de su prosa selecta y la incomodidad de su realidad, cómo consentirle a alguien que se ha negado a pagar el peaje de los elegidos y los elogiados, que ocupe un sitio privilegiado en nuestras minúsculas erudición. Lo que le sitúa a Barnes donde está, en el desconocimiento casi general, es un vendaval de ofuscaciones y desganas, porque Barnes es una escritora genial, una artista genuina y su obra es toda esencia. Increíblemente eso es lo que le hace impopular, ya no entre los lectores que más o menos están a merced de esas estelas de las que hablábamos al principio, sino entre sus propios compañeros de oficio.

¿qué hay que buscar y encontrar en el Bosque de la Noche?

Hay que buscar la elegancia en la expresión, la sutileza en el mensaje, hay que encontrarse ante los abismos que el alma hambrienta propone y él hombre desheredado depone. Y naufragar en cada línea y emerger en la siguiente y dejarse llevar por el oleaje de un mar desmemoriado, sin islas ni continentes, en una noche oscura con en el corazón impaciente de un bosque: el de la noche de la vida en el Bosque de la Noche.

Es Barnes la bestia artística sin tapujos, el arte sin la parafernalia del artificio mediático, el superventas que nadie se ha preocupado de vender. Sus compañeros de oficio, a pesar de respetarla e inspirarse en ella la dejaron de lado: Faulkner, por ejemplo, habla de ella desfavorablemente aunque el estilo de su propia prosa le pertenezca claramente ( ejemplos preclaros en el `Villorio´ y `El intruso en el polvo´) , y ahí está su editor T.S. Eliot que para hacerse un espacio en el libro de Barnes de 1.600 palabrillas, que es lo que ocupa su prologo, necesita el sitio de 125.000 de la escritora.

Se la condena al silencio y ese silencio nos llega intacto hasta hoy y nos priva de la información que nos aproxima a su obra. Efectivamente Barnes no gozó de un círculo de críticos dispuestos a trabajar en su obra y encumbrarla como se merece… efectivamente, quizas hoy, quizas vaya llegando el tiempo de Djuna Barnes.

Su prosa no es vacua, habla de seres humanos, de una manera poco intelectual porque Barnes es la antiintelectualidad; lo que ella escribe es la vida tal y como es, quizá por eso a veces haya a quien resulte morbosa, morboso y realidad no son sinónimos aunque parezca que sí en ocasiones, más de las deseables. Ese es el don el B. de la N: su lucidez. A pesar del encostramiento verbal que utiliza no hay dobleces en su prosa, percibir de las situaciones y de las personas una realidad desnuda y trasmitirla al papel con singular claridad es el milagro de la creación literaria en manos de la artista llamado Djuna Barnes.

Escribe en cuatro géneros distintos, le gustan los aforismos y lo epigramático. A veces, solo a veces, me recuerda a Austen, quien lea a Austen sabrá porqué. Los escritores que reverencia son Joyce y Synger, con el primero comparte ante el lector esa duda que surge ante la obra recién terminada de leer: uno no sabe si tiene poco argumento o es que es demasiado, porque sujetan las riendas de la bestia con tanta firmeza que uno puede galopar si avanzar prácticamente, por un universo cuya esencia es el alma misma del ser humano, su capacidad de prolongación en los limites del lenguaje es un hecho poco frecuente y para disfrutar, que solo se puede paladear en plumas selectas como la de Mss Barnes o Joyce… para entender bien a Barnes, quizá había que recurrir a Joyce.

¿Qué decir de `El boque de la noche´?

Podemos hablar de su argumento, de sus personajes, de sus estructura, del tipo de lenguaje… podemos… pero yo creo que es mejor reconocer, sin tecnicismos dejando fluir la magia, a que ámbitos nos transporta, cómo nos acomodamos en ellos, cómo nos maravillamos ante el poder de la palabra, creer en él, en ese poder, es posible al leer a Djuna Barnes. Podemos decir que cuando uno lee `El bosque de la noche´ oye como el aire ruge ferozmente afuera, una lluvia fría azota los cristales, como no hay luna y la noche es un hecho impenetrable y constante; en mitad de esa tempestad uno se siente a salvo enganchado a sus páginas, dentro de algún sitio indefinido, al amor de un fuego indefinible. Solo mientras dura la lectura, al concluirla, la tempestad se hace evidente y cada uno apechuga con su tormenta como puede, el que no quiera reconocerla es mejor que no lea a Barnes, porque te roba la ingenuidad. `El bosque de la noche ´ es una historia de amor con todo lo que eso implica, la historia de amor nunca mejor contada.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *