Siempre se hacen propósitos al comenzar un año nuevo, en base a lo ocurrido en el año anterior.
Hay veces que es mejor no echar la vista atrás, aunque siempre he postulado que hay que aprender, especialmente de los errores, pues estos sin duda te ayudan, te enseñan a madurar o simplemente como decía Darwin «te adaptas al medio» siguiendo sus normas.
No ha sido mi caso en el año 2014 que estuvo cargado de luces, más que de sombras.
Una de esas luces me escogió, me tocó, al ser invitada para un plan de fomento y acercamiento de escritores a través de sus obras a los lectores más jóvenes.
En este caso iba dirigido a los alumnos de secundaria del Instituto Cabo de la Huerta, y los mentores del evento, a los cuales debo agradecer esta increíble experiencia, mediante un GRACIAS INFINITO, fueron: su director, Vicente Berenguer Aznar; y María Asunción Pomares Sempere, profesora de Valenciano.
Como he explicado, tuve el inmenso placer durante los meses de noviembre y diciembre de acercarme a esos jóvenes estudiantes, nuestro futuro, alumnos y alumnas de primero, segundo, tercero y cuarto de ESO, y tengo que reconocer que han sido ellos los que me han enseñado a mí.
Estos jóvenes me han enseñado que la curiosidad, la intriga, la expectación, la investigación, el querer saber más, más y más LEYENDO, sigue vivo en cada uno de ellos, estudiantes de edades comprendidas desde los doce años a los dieciséis años.
La lectura, en definitiva, engancha a jóvenes, pero, ojo, desean respuestas, desean conocimiento, desean intriga, y no se dejan llevar por nombres conocidos sino por contenido.
Claro que, cuando esto ocurre, cuando los jovenes han encumbrado ese nombre desconocido de autor o autora a lo más alto por su contenido, entonces llegan, sobrevolando como las aves, esas editoriales que ojo avizor captan, atisban ese nombre pero casi nunca ven en él o ella un contenido —su obra, su idea—, sino negocio, negocio y negocio, y solo entonces esas aves llamadas editoriales confían en autores nuevos y apuestan por sus buenas ideas aunque no tuvieran padrinos.
Esa curiosidad que vi en sus caras al hablarles sobre mi novela: Lo Inesperado, una novela de investigación que pone a trabajar las neuronas del cerebro, nos llevó a una tertulia interesante y a una pregunta que tal vez invite a una reflexión:
¿Por qué no se adapta el sistema educativo para ofrecer a nuestro futuro, los jóvenes estudiantes, lectura actual que corresponda a sus edades, a sus gustos y aficiones?
¿Por qué no se adapta el sistema educativo y se leen los clásicos, por ejemplo (que son nuestra cultura), a una edad más madura? ¿Por qué no se da cabida en el plan de estudios a los gustos y aficiones de los chavales?
No lo digo por que lean o no mi novela, que por cierto les fascinó. Me refiero a que los jóvenes, nuestro futuro, sí leen y se preocupan por todo lo que les rodea, es cuestión de llamar su atención.
Ellos mismos me comentaban que clásicos como El señor de los anillos de Tolkien los invita a adentrarse en mundos maravillosos y luchar por unos ideales. Suzanne Collins con la trilogía Los juegos del hambre, En llamas y Sinsajo hace recapacitar a algunos de nuestros jóvenes sobre el abuso de poder, las guerras y el no conformismo. C. S. Lewis, autor de Las Crónicas de Narnia, rasca en ellos haciéndoles recapacitar sobre unos principios morales, al igual que la estadounidense Verónica Roth con la trilogía Divergente y un largo etc. de autores nacionales e internacionales.
Lo que sí saco en conclusión de esta magnífica experiencia son las ganas de aprender que nuestros jóvenes estudiantes poseen y las ganas de enseñar con iniciativas como estas por parte de algunos docentes y centros educativos, pues aunque se diga lo contrario las ganas de leer historias originales, las ganas de leer ideas novedosas siguen vivas y nunca morirán.
Bravo, bravo y bravo por todos ellos y un gracias infinito por contar conmigo.
Rebecca van Winter (enero 2015)
Creo, como tú, que lo importante es captar para la lectura, con libros acordes a edades y gustos. Lo que sí es verdad es que en ciertos cursos los jóvenes ya deberían haber adquirido cierta madurez y cierta afición por autores clásicos y contemporáneos con visos de perdurar.
Aún recuerdo (siempre) a una profesora de 1.º de carrera, todo lo que me enseñó a apreciar cada texto. Fue la que realmente me enseñó a leer, aunque resulte extraño a esas alturas. Quizás solo consista en eso, en acompañarte en el análisis y, por consiguiente, el absoluto disfrute.
Un abrazo de lectora.
En la diversidad está lo interesante. Clásicos o literatura actual; lo importante el acercamiento a los libros.
Siempre interesante y positiva Rebecca Van Winter en todo lo que aportas.
Un abrazo enorme.
(Impía)