En el año 2017 se tendrá listo el primer dispositivo neuronal implantable para restaurar la memoria.
La Agencia Norteamericana de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa—DARPA (siglas en inglés)— ha otorgado recientemente al laboratorio Nacional Lawrence Livermore (LLNL) 2.5 millones de dólares para el desarrollo de este dispositivo capaz de grabar y estimular las neuronas en el cerebro.
Hasta aquí perfecto, avanzamos en tecnología para algo tan enigmático en pleno siglo XXI como es el cerebro y decimos ¡bienvenido!, pero…
¿Crees que a todos los experimentos que se están realizando cuyo actor principal es el cerebro se puede exclamar alegremente «bienvenidos» o se está jugando a ser Dios?
Los militares llevan años investigando en este campo y si te pones a buscar información sobre experimentos militares en esta área… ¡uf! da miedo lo que averiguas, y más adelante expondré experimentos que convierten a Jack el Destripador en una hermanita de la caridad.
Pero vamos por partes comenzando primero por lo positivo, siempre lo positivo.
Verás, la memoria todos sabemos que es un proceso en el que las neuronas del cerebro procesan, codifican y almacenan las vivencias del día a día para luego recuperarlas en un momento futuro.
Cierto tipo de enfermedades y lesiones imposibilitan tal acción, como el alzhéimer, la epilepsia o una de las más graves, la lesión cerebral traumática (TBI), que interrumpen este proceso causando así la perdida de memoria.
Los laboratorios LLNL, así como las universidades de California, Los Ángeles (UCLA) y Medtronic, participan en el desarrollo de este dispositivo neuronal para restaurar la memoria. Y ¿cómo? Utilizando grabaciones en tiempo real y estimulando los nervios del tejido para rellenar estas lagunas en el cerebro lesionado y fomentar así, con estímulos, recuerdos nuevos y el acceso a los guardados.
Por favor, quédate con esta frase: rellenan las lagunas del cerebro lesionado con estímulos, recuerdos nuevos… que dentro de nada volvemos con la frase de marras.
Verás, en mi artículo de hace pocas semanas donde reseñaba la película Transcender protagonizada por Jonhy Deep, hablaba de la mente, de nuestro cerebro volcado en un ordenador, de si todo esto que narra la película es realidad o simple ficción. Pero también sembré una duda moral, una pregunta que te redirijo:
«Un aparato, un ordenador que es capaz de sentir emociones y discernir entre el bien y el mal, ¿es un cíborg, una máquina, o lo separa muy poco de ser un humano?»
Hace poco leí un artículo del técnico y especialista en inteligencia artificial más reconocido del mundo, Raymond Kurzweil —inventor entre otras muchas aplicaciones de lectura en voz alta de documentos impresos para personas discapacitadas—, donde se le preguntaba si algún día nos relacionaríamos por igual con robots y ordenadores que con humanos, a lo que respondió que sí.
«Estoy convencido de que no habría distinción entre máquinas y humanos en un futuro no muy lejano.»
Esta frase no lo dice un cualquiera, lo dice uno de los 18 pensadores más influyentes en retos tecnológicos del siglo XXI, elegido por la US National Academy of Engineering. Uno de los consejeros del ejército estadounidense en prioridades de investigación científica y ganador del premio Lemelson-MIT Prize e inventores más importantes del mundo y desde el año 2012 director de ingeniería en Google entre otros muchos cargos.
«Para él la frontera entre realidad artificial y la nuestra desaparecerá y en un plazo no muy largo, sobre unos 40 años, la humanidad transcenderá la biología para fusionarse con la tecnología.»
¡Uf! ¿¡Transcenderá la biología para fusionarse con la tecnología!? ¿Es decir, que la biología y la tecnología se convertirán en una sola?
Pienso realmente que lo que dice Raymond Kurzweil es una realidad hoy ya palpable y que como ocurre siempre la realidad superará a la ficción. Lo malo es que esos cambios se están produciendo a una velocidad de vértigo de una manera brutal y radical que asusta a la par que enorgullece y ayuda.
Enorgullece y ayuda no solo en el desarrollo de un dispositivo neuronal para restaurar la memoria, también en estos ejemplos que te voy a explicar:
- Creación de un ojo biónico para personas con discapacidad visual. Un chip implantado en un ojo que hace percibir o recuperar una parte pequeña de la visión a algunos invidentes de nacimiento. ¿Cómo se ha conseguido esto? A través de una cámara instalada en unas gafas que emite una señal a un procesador de vídeo. Esta señal convertida en electrónica se transmite inalámbricamente al chip implantado en el ojo que estimula las neuronas en la retina dañada. La señal sigue su camino por el nervio óptico hasta llegar al córtex visual donde es procesado.
- Creación un implante cerebral auditivo para niños sordos de nacimiento como el efectuado en la Clínica Universitaria de Navarra a una niña de 13 meses de edad. ¿En qué consiste? En un micrófono que capta los sonidos y los emite a un procesador que los codifica en impulsos eléctricos para transmitirlos a un receptor en el interior del cráneo para guiarlos a unos electrodos implantados en el tronco cerebral donde la información sigue su cauce hasta el córtex auditivo.
No me canso de repetirlo: bien utilizado solo nos queda expresar alegría y júbilo ante estos avances de la tecnología robótica y su unión con la medicina y más desde que se aprobó oficialmente la iniciativa «CEREBRO» por parte de la administración Obama para el estudio más en profundidad de nuestra materia gris.
Pero digo oficialmente porque tengo la impresión —pero será eso, una impresión nada más— de que esta iniciativa aprobada por la administración Obama en el año 2013 es solo una fachada. Una patata caliente que se encontró la administración Obama y una salida honrosa cara a la galería para justificar el avance exponencial que se había conseguido en el estudio del cerebro antes de la donación de más de 100 millones de dólares.
¿Por qué digo que es una patata caliente que se encontró la administración Obama?
Muy sencillo. Gracias a ciertas informaciones facilitadas durante años y años —dejémoslo ahí por el momento—al ejército estadounidense y otros ejércitos en experimentación, en investigación, en los logros obtenidos año tras año al escarbar en el cerebro humano, al indagar, manipular éste con programas de experimentación cerebral.
¡Sigues siendo incrédulo! No pasa nada…, te dejaré algunos ejemplos:
Conocido es el programa MK-ULTRA y sus subproyectos derivados hasta hoy en día: Mk-Search, MK-Often, MK-Ultra, Monarch…
Mira, en la década de los cincuenta y sesenta se usó este programa MK-Ultra para manipular las funciones cerebrales, los estados de conciencia… el comportamiento humano en general de «las formas más curiosas». El uso de drogas, sustancias químicas, descargas eléctricas, torturas físicas y mentales e incluso el abuso verbal y sexual… ¡No te lo crees! Pues lamento mucho decirte que de todos los ejemplos que he expuesto y otros muchos más aberrantes se hizo eco el New York Times en diciembre de 1974 donde se informó de que la CIA había llevado a cabo actividades ilegales dentro de Estados Unidos, lo que provocó investigaciones del Congreso, la famosa comisión Rockefeller y la Comisión Chruch.
Es más, sus derivados —me refiero por supuesto a la manipulación cerebral— estuvieron danzando también en la década de los setenta y ahora dicen las malas lenguas que el programa Monarch es el sustituto avanzado de todo ello, de todo ese empecinamiento por controlar la mente.
Si todavía sigues reacio nuevamente recurro al cine para recordarte que películas como la saga de Jason Bourne, donde un ex miembro de élite de la CIA sufre episodios de «amnesia traumática» y trata de recuperar su identidad, explica bastante detalladamente experimentos militares de control mental.
Yo tampoco daba crédito a todos los programas ULTRA y sus derivados, tal vez porque pienso que el ser humano no es tan retorcido y que se usarán esos dispositivos para «adecentar las enfermedades»; pero es que soy una sentimental bonachona que se topa constantemente con la crueldad humana para ver y contemplar que todo esto que te he expuesto de una manera muy reducida fue así de real y salió a la luz porque ineptos hay en todos los sitios, también en la CIA, y esta vez les salió mal la operación «destruir todas las pruebas y documentos».
Y es que la CIA y también el gobierno canadiense estuvieron al tanto de este programa —aunque saliera el escándalo a la luz pública a mediados de los años ochenta en Canadá porque ya no podían callarlo por más tiempo— con el fin de utilizar como conejillos de indias a ciudadanos estadounidenses y canadienses en un intento de alargar y justificar la guerra fría.
¿Cuál era el objetivo?, cabe preguntarse. Muchos: entrenar asesinos y asesinas perfectos ya que ni el mismo asesino sabía que trabajaba para la CIA.
El famoso suero de la verdad es un producto del MK-SEARCH, sin ir más lejos, o su derivado, el juego de las armas químicas, surge gracias al MK-ULTRA.
Comprendes ahora por qué he dicho que te quedaras con la frase de marras del principio del artículo… rellenan las lagunas del cerebro lesionado con estímulos, recuerdos nuevos.
Sí, amig@s, esto no es nuevo, ya se ha utilizado, llevan «manipulando» la materia gris desde hace mucho tiempo y esto me lleva a otra reflexión:
Si nuestro cerebro o cuerpo se convierte en un cíborg quién garantiza que no seamos vulnerables a ser hackeados y que alguien con pocos escrúpulos pueda transformar a una persona normal, como tú, como yo, en un arma.
¿Puede o es ya la unión de neurociencias y sistemas militares el futuro de la industria bélica?
¿Debemos a partir de hoy explicar que en el ejército hay «cinco grados»: tierra, mar, aire, espacio y ahora… cíbor?
¿Tú qué opinas?
Rebecca van Winter Agosto 2014