JOSEP MARIA NOGUERAS
Avanzar
La isla de Siltolá, Sevilla, 2017
«La mano del futuro / nada podrá quitarnos». Josep Maria Nogueras (Alguaire, Lleida, 1969) ha instalado su poesía en el presente, en los momentos en que tomamos conciencia de que estamos aquí y ahora: «Al fin lo has comprendido: / no existe el tiempo, sólo es un engaño / que el hombre concibió para afligirse / entre vanas preguntas / y dudas que ensombrecen su mirada».
Y la conciencia de estar viviendo un instante único e irrepetible se impone sobre todo en las transiciones de la luz, cuando uno interrumpe sus tareas porque algo está cambiando a su alrededor y atrae su atención y levanta la cabeza, como en el poema en prosa «Momento»: «Mientras preparo la cena contemplo cómo se hace de noche por la ventana de la cocina. Todo permanece en silencio por un momento, igual que en ese instante que precede al aplauso. // Somos ese momento de silencio». Y siempre es la naturaleza la que centra la mirada en esos instantes plenos, ya sea en forma de playa o de jardín o de hierba recién segada o de caminos que se abren ante nosotros como una invitación a seguirlos: «Por caminos que hemos aprendido a amar, en tardes que nos regalan la paz de los árboles familiares, la luz de los otoños rodando por el paisaje. // Avanzar».
Además, por supuesto, están los pájaros que marcan el final de invierno o la nieve que ha cuajado y dura unos días o la lluvia en todas sus formas, por ejemplo cuando nos sorprende a la intemperie y llega junto a un haiku: «Rompe a llover. / Cruzamos los sembrados, / una cabaña».Avanzar, el libro de Nogueras, tal vez se llame así porque recuerda un paseo en que el poeta va anotando sensaciones en distintos registros, con más o menos versos, nunca demasiados, pero siempre con la sencillez del que anda ligero de equipaje. La casa en medio de los elementos, bajo la luz de la luna, incluso la presencia y el abrazo del hijo, se van entrelazando para componer el tiempo fuera del tiempo, el presente vivido en plenitud: «sólo esta eternidad / de luz y de silencio donde hallamos / nuestra conciencia en paz, nuestra morada».
Arturo Tendero