La golondrina fue golpeada por un carro al hacer una pirueta de vuelo bajo cruzando el camino. El macho le llevó comida para levantarla. Cuando la vio muerta, intentó reanimarla. Al no poderlo hacer, le pió de tristeza.
Cuando se crispan los ojos,
¿será como cuando cae una golondrina
y su compañero le pía,
y allá en el suelo
su sollozo es un trino afligido?,
¿será que los ojos
son esas alas que golpearon el suelo
y en ellos enterraron su sentida agonía?
Es la impotencia, yo digo,
de los ojos asombrados que a la intemperie se arriman,
y reciben un espectro negro,
sin luces ni bengalas,
simplemente opacos de miradas,
de espejos ya enturbiados
que la imagen han borrado
o dejaron en su cristal
el perfil roto y deshecho
que el vacío de una lágrima ha enjugado.
Salvador Pliego