William Shakespeare. Poesías. Por Rubén Castillo

Cinco son los volúmenes que Debolsillo ha consagrado en los últimos meses a la Obra Completa de William Shakespeare. Después de haber ido dando noticia de los anteriores, hoy cierro el repaso con el tomo que se ocupa de la lírica, editado por Andreu Jaume con una excelente introducción explicativa de más de cincuenta páginas. Las traducciones pertenecen al argentino Andrés Ehrenhaus (Buenos Aires, 1955), salvo un breve poema, titulado El fénix y el tórtolo, que vierte al castellano el propio editor. Frente a otras traducciones que he manejado, más ajustadas o estrictas, ésta que hoy comento busca imitar el ritmo, la rima, el aleteo de la música shakespeareana, fácilmente constatables gracias a la aducción de los originales: al lector le basta con girar los ojos hacia la izquierda para conocer las palabras originales del vate isabelino.
En primer lugar se nos da a conocer el episodio mitológico de Venus y Adonis, donde observamos cómo la diosa, terca, enamorada y lúbrica, trata de seducir al agraciado muchacho con palabras tan directas como atosigantes («Lo bello es la simiente de lo bello; / concibe, pues a ti te concibieron»). Adonis, pese a la evidencia del acoso, prefiere dedicar sus horas a la caza del jabalí, provocando la estupefacción y el llanto de la veleidosa Venus. Igualmente narrativo e igualmente hermoso es La violación de Lucrecia, donde William Shakespeare nos traslada hasta la antigua Roma para que observemos el abominable comportamiento del príncipe Sexto Tarquinio quien, intrigado con los comentarios que circulan acerca de la belleza, honestidad y fidelidad a ultranza de la esposa de su súbdito Colatino, decide conocer a la sin par dama cuando su marido no esté presente. Fatalmente, el deseo más inmundo prende en su corazón y termina por avasallar su virtud. Lo que en modo alguno podía esperarse el hijo del rey es la reacción que luego tendrá Lucrecia, tan digna como tajante, que precipitará el hundimiento del régimen monárquico en Roma. Al final del tomo aparecen como cierre dos poemas ciertamente menores (El fénix y el tórtolo y Lamento de una amante), el segundo de los cuales incluso es de atribución dudosa.
Pero el cuerpo central de este volumen son los Sonetos, prodigiosos de belleza y donde Shakespeare alcanza su cima lírica, bien refiriéndose a los hijos como garantía de la eternidad individual («La muerte no podrá con tu persona / pues si ellos viven, vives tú también», soneto VI), bien elaborando interesantes teorías sobre el comportamiento humano («No hay peor olor que el lirio que se pudre», soneto XCIV), bien reflexionando sobre el terrible paso del tiempo y su influencia sobre el amor, la literatura y los sentimientos… e incluso (colmo de la osadía) insinuando un modelo matrimonial más amplio del que en su tiempo se estilaba, y cuya definición aún pasma leer en el año 2013 («No admito que se impida el matrimonio sincero entre dos almas», soneto CXVI).

William Shakespeare, gracias a estos cinco maravillosos volúmenes que el sello Debolsillo ha puesto en nuestras manos, está más que nunca al alcance de todos los lectores españoles, en una edición unificada, sólida y de cómodo formato. El verano se acerca y no siempre hay que emplear los días de descanso en leer infumables bestsellers: el cisne de Avon nos espera con las alas abiertas.

 

Rubén Castillo

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