Entrevista a Sebastián Mondéjar.

«Tanto los escritores como los lectores tienen que ser muy humildes, sinceros y respetuosos con las palabras.»

Sebastián Mondéjar

Sebastián Mondéjar es una persona que trasmite con su mirada una sensación de calma interior, habla pausadamente, siempre oportuno. Es amable y elegante hasta en los gestos más nimios. Combina la música y la literatura con la naturalidad de un artista nato y la sencillez de un artesano que labora pausada y meticulasamente sus piezas. Actualmente está dedicado a la traducción de los sonetos de Shakespeare que él califica como: «Una de las aventuras literarias más importantes de mi vida».

Para Canal Literatura, es un honor contar con su presencia como jurado en esta séptima edición del certamen «Poemas sin Rostro.

Biografía:

Sebastián Mondéjar es músico y escritor, entre otras cosas. Nació en Murcia el 4 de febrero de 1956. Ha publicado cuatro libros de poesía: Un camino en el aire (Editora Regional de Murcia, 1994); El jardín errante (Editora Regional de Murcia, 1999), galardonado con el XIII Premio Internacional de Poesía Antonio Oliver Belmás; Coplas de arena (Emboscal Editorial, 2002), en edición no venal manufacturada artesanalmente, y La herencia invisible (Calambur Editorial, 2008), que recibió el accésit del Primer Premio Internacional de Poesía Los Odres.

Entrevista

Pregunta obligada. Podría decirnos, según usted, ¿qué significa el término literatura?

Se me antoja algo chocante la definición que hace la RAE: “Arte bello que utiliza como instrumento la palabra”…, dando por hecho que hay también artes feos o repelentes y obviando que existe igualmente una mala (o fea) literatura; en ese sentido, me parece más graciosa la descripción de Ambrose Bierce en su Diccionario del Diablo: “Conjunto de todos los escritos de la humanidad, salvo los de Hubert Howe Bancroft y Adair Welcker. Los suyos son aliteratura”. Bromas aparte, la literatura es para mí esencialmente una fuente de conocimiento.

• ¿Qué relación tiene con Internet en la actualidad?

Digamos que mantengo una relación estable, aunque no exenta de determinados altibajos. Procuro no olvidar que Internet es tan sólo un utensilio más, muy útil, sin duda, y que en pocos años se ha hecho imprescindible, pero que en definitiva es únicamente eso, una herramienta con la que procuro estar al día, usarla, conocerla, controlarla, pero sin permitir que me absorba demasiado tiempo. De la noche a la mañana nos hemos convertido, por poner un ejemplo, en auténticas oficinas de correos que en muchos casos han de administrar y despachar cientos o miles de mensajes mensualmente, y esa sola función requiere ya mucho, demasiado tiempo del que no disponemos a no ser que se lo robemos a todo lo demás.

• ¿Qué opina de la Red y de ésta como soporte literario?

La Red permite que un artículo, un relato o un poema lleguen a cualquier rincón del mundo y estén al alcance de cualquier lector con una inmediatez y una comodidad espeluznantes. Como soporte, pues, goza de muchísimas ventajas respecto a los sistemas tradicionales.

• ¿Qué cree que debe competir, el soporte o el contenido?

Más que competir, yo creo que tienen que convivir. En todo caso, para mí es mucho más importante el contenido. Por sofisticado que sea, un soporte no deja de ser un recipiente, un continente, un marco. Personalmente sólo me preocupa que entre ambos haya al menos determinadas correspondencias, en las que primen la sobriedad, el equilibrio y el pundonor.

• Su vida está ligada a la música y la literatura ¿En qué proporción?

Las dos van siempre conmigo, e incluso a veces se manifiestan juntas. Pero la música requiere de mucha más parafernalia y, por tanto, de más tiempo y mayor esfuerzo físico… Ensayar, actuar, cargar, descargar, montar, desmontar, probar sonido, etcétera. Y luego están los desplazamientos. Parafraseando el dicho, diré que me paso la vida yéndome con la música a otra parte y que la literatura siempre me acompaña.

• Luis Alberto de Cuenca nos dijo charlando con nosotros que: “Siempre he creído que poesía y música nacieron juntas, se separaron luego, pero conservan un gran recuerdo de la época en que iban de la mano.” ¿Qué opina al respecto?

Pues opino exactamente lo mismo, salvo que yo me atrevería a decir que nunca se han separado del todo, gracias precisamente a que conservan ese gran recuerdo de cuando fueron de la mano. Yo, desde luego, procuro que vayan siempre juntas en mis recitales.

• ¿Cómo decide que lo que quiere expresar tome forma en prosa o en poesía?

No depende tanto de una decisión como de una forma de sentir las cosas. Dicho a grandes rasgos, escribo prosa para hacerme entender, para hablar con los demás, para salir al exterior…, y escribo poesía para entrar en mí, dialogar conmigo mismo e intentar conocerme y comprender el mundo un poco más.

• ¿Transmitir sensaciones al lector es el gran reto?

Digamos sencillamente que el mayor reto es transmitir. Muchas veces las palabras vagan por derroteros muy distintos a los que nos proponemos y provocan sensaciones que escapan a nuestro alcance. Básicamente pienso que tanto los escritores como los lectores tienen que ser muy humildes, sinceros y respetuosos con las palabras.

• ¿Qué le impulsa a escribir?

Únicamente la confianza o la certeza de que algo que estoy sintiendo o pensando merece la pena de ser escrito. La mayoría de las veces es también como una especie de obediencia a un dictado interior.

• ¿Qué le impulsa a leer?

La necesidad de descubrirme o reconocerme y descubrir el mundo a través de lo que otros han escrito.

• ¿Qué aporta al individuo el dominio del lenguaje y la dialéctica?

Equilibrio, rigor, seguridad, depuración…, en definitiva, la posibilidad de recurrir siempre a la palabra justa. Pero, ojo. Sin inspiración, sin verdadera emoción, las palabras apenas sirven para nada.

• Nuestra comunidad está formada básicamente por escritores noveles. ¿Por qué es tan difícil exponer y contrastar los textos propios con otros y, sobre todo, encajar las críticas?

Ocurre en todos los ámbitos. Una cosa es dar por bueno todo lo que escribimos y otra que lo den por bueno los demás. Pero así están las cosas. Lo importante es atreverse a compartir lo que uno escribe sin prejuicios, sin afectación, con humildad, con naturalidad, no las críticas buenas o malas que nos hagan; una buena crítica nos puede hacer mucho mal y una mala crítica nos puede hacer mucho bien; lo verdaderamente difícil es llegar a conocernos tanto a nosotros mismos que seamos capaces de ejercer la autocrítica con verdadera lucidez, sin complacencias. Para desempeñar bien cualquier oficio o profesión hay que estar bien preparado, y muchas veces nos empeñamos en ser lo que no somos ni llegaremos a ser nunca. Que alguien nos diga, con razón o sin ella, que no servimos para algo puede a veces convertirse, como digo, en un revulsivo sumamente eficaz.

• ¿La poesía sigue siendo un arte para minorías?

Esa expresión no deja de ser un tópico… La poesía es muy amplia y abarca muchos y muy diversos campos. Y no voy a remontarme a la antigüedad (aunque, según un tradicional dicho árabe, en el paraíso ya se hablaba en verso). No digo que no haya un tipo de poesía tan minoritaria que en realidad no sea más que una poesía empequeñecedora; pero yo creo que la poesía es y ha sido siempre precisamente todo lo contrario: un arte para mayorías. Por paradójico que parezca, estoy persuadido de que hay muchísima más gente que no ha leído nunca una novela que gente que no haya leído o recitado nunca un poema…

• ¿A que aspira como poeta? ¿Y como persona?

Para mí, la poesía forma parte de la vida y ser poeta va con la persona, de modo que aspiro únicamente a ser buena persona y, por tanto, a ser un buen poeta como a ser un buen padre o un buen amigo.

• ¿Qué espera de un buen poema?

Resumiendo: que me abra los ojos.

• ¿Ha tenido ocasión de participar en algún otro certamen abierto en Internet? ¿Qué opina de esta iniciativa?

He participado en diversas actividades literarias en Internet, pero nunca como jurado. Cualquier iniciativa que favorezca la creatividad y la difusión de la cultura es digna de alabanza.

• ¿Cuáles son sus escritores preferidos o más importantes para usted?

Por fortuna son innumerables. Por citar tan sólo a algunos “clásicos”…, Cervantes, Shakespeare, Montaigne, Tolstoy, Stendhal, Dickens, Kipling, Stevenson, Keats, Leopardi, Rilke, Dickinson, Machado, Juan Ramón Jiménez, Ramón Gaya…

• Háblenos del lector ¿Qué significa para usted?

No sé…, a bote pronto me imagino al lector como a alguien que está al otro lado del teléfono, escuchando lo que dices al mismo tiempo que lo dices. Ahora recuerdo que una vez escribí algo que sentí muy claramente: “Pessoa está escribiendo su Libro del desasosiego a la vez que lo leo”. Otro símil sería el del espejo: el lector es aquel que se encuentra al otro lado, con la diferencia de que él puede vernos a nosotros pero nosotros a él no. En todo caso, quienes escribimos somos también, primordialmente, lectores…, de modo que el lector, cualquier lector, viene a ser algo así como un alter ego.

• ¿Un mensaje para todos aquellos que se inician en el arte de contar historias…?

Pues nada…, tan sólo desearles un “viaje” sumamente emocionante y que procuren contarlo lo más fiel y claramente posible…, y también que tengan mucho respeto con las palabras y mucha paciencia con las musas, y que no se precipiten ni se dejen arrastrar por el ansia de publicar o figurar.

Foto de Esther Cidoncha

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