103. Por Ana Genovés

       Nuria espera el 103 frente a la Finca Roja: es “pasquinera”. Hace mucho frío. Enero está pegando de lo lindo. Al ver aparecer ese bus amarillento que la transportará a su destino ―piensa― ¡menuda mierda!

       ―Buenas tardes. Un billete para Massanassa ―le dice al conductor.

       ―Un euro veinte ―le contesta.

       ―¡Ah! Muy bien. Aquí tiene.

       El autobusero la mira con cara de: ¡será gilipollas! La señora.

       Toma asiento en la ristra final, como si fuera la reina de ese gusano metálico rociado de polvo que transcurre por la carretera. Las ruedas son las patas, las ventanas sus ojos. Agobiada por el traqueteo y la bocina, se quita el plumas, el gorro, los guantes, la bufanda. Inmediato, espía al personal…

       Desde su baluarte ve a los pasajeros que entran y salen. Nadie despunta. El zarandeo la devora. Percibe los baches, los frenazos, los pitidos, los arcenes, las hablas… De repente, aparece una señora bien: acolchado beige ―estilo Cortefiel― pantalón chocolate, melena bien peinada, y ¡zas! Se sienta a su lado.

103

       Su perfume la embriaga. Huele bien, la pava ―delibera―. ¡Ajjj!!! Se traga sus reflexiones… Al girarse, apesta a tretrabrik Don Simón. Otro pensamiento la invade. ¿Qué le habrá ocurrido?…

       Quizás encontró a su esposo follando con otra. O puede que haya tenido un cáncer de mama. O a lo mejor, su hijo la espichó en un accidente. Se ha convertido en una “devorapíldorasalcoholizada”. Cuando se apea, vislumbra sus mágicos andares de señora bien venida a menos: es lo mejor del trayecto.

       Cinco paradas más tarde, baja. Lleva el plumífero desabrochado y el gorro en la mano. La humedad hiela sus huesos; un dolor intenso araña su garganta. Lo tiene claro: ¡esta noche Ibuporfeno! ―Medita, cabreada.

       Massanassa huele a pueblo; a pan recién horneado… Tras las ventanas de forja, los ojuelos de las cotillas husmean sus pasos. Por fin, llega a la iglesia de San Pedro. Reparte propaganda con sonrisa Profidén ―marca blanca― y acritud en las entrañas.

       A las 20:58h de un lunes maldito, regresa a casa. Sonríe al ver aparecer al 103.

       ―Buenas noches ―le dice al conductor.

       ―¡Au! ―Saluda con un gruñido.

       ―Gracias…

 

    Retoma el sillón de “queen” del extrarradio, en el penca del descomunal parásito que le transporta; con los efluvios humanos volatilizados en su panza. Cotillea a los pasajeros; perroflautas, obreros, imitadores a roqueros, góticos, mascachapas y ella, la abuela del “look” ochentero. ¡Está petao!

    El bullicio aumenta… Huele a sobaquera. Los badenes parecen rinocerontes; los arcenes, canales; los claxon, ruidos infernales; los olores, cloacas; los pasajeros, salvajes encarcelados y con garras. La  jauría humana.

       Al entrar en Valencia, alucina…

 

     El Cine Veracruz reconvertido en after gay; la fábrica de cervezas “El Turia” rehabilitada en almacenes de la Gold Damm; las naves de MACOSA, habitadas por okupas; el parque militar, despoblado y con ratas como Bug Bunny.

      Antes de adentrarse en Erudito Orellana, mira el edificio carmesí de tintes prosoviéticos construido en los 30…

  ―¡Hey amiga! ―Le dice―. Mañana, vuelvo a verte: quedan muchas parroquias… ¡La madre que me parió! ¡No he podido caer más bajo!―Vocea mirando al cielo.

 

       Entabla un tête à tête con su conciencia:

       ―Da gracias. No eres ni “fregonera” ni “lumi”.

       ―El mocho se me da fatal. De “lumi”… ¡Todo sería probar!

       ―¡No te da vergüenza. A tus años y con ese culazo!

 

       ―¡Va a ser que no! Lo del trasero… ¿Quién sabe? A lo mejor, gustan las carnes flácidas y las redondeces. Las “matures” estamos de moda. Y ¡Cállate de una puta vez. No pienso hacerte caso!

       Dicho y hecho. Se da una vuelta por el chino y pilla cacho. Regresa con las tuberías desatascadas y 60€ en la cartera.

       Manda a tomar por viento los pasquines de marras. En la farola, todas son iguales: mujeres de la calle. Mujeres necesitadas.

Ana Genovés
Derechos registrados.
Blog de la autora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *