191-El Viejo Cachilo. Por Vanderhagen
Se levanta por la mañana, con desilusión. Una vez más. El viejo Cachilo ya se olvidó incluso de su nombre.
Relatos a concurso
Se levanta por la mañana, con desilusión. Una vez más. El viejo Cachilo ya se olvidó incluso de su nombre.
Lola sacó el pollo del horno y consultó el reloj de la cocina. Las ocho menos diez, Antonio llegaría a las ocho en punto, siempre era puntual. La cenas de los viernes eran especiales, su marido llegaría cansado del trabajo, hambriento y feliz ante la perspectiva de un fin de semana tranquilo.
Ángeles acompañaba todos los sábados a su abuelo a la sede de la Asociación. Era el único día de la semana que podía hacerlo.
DESCALIFICADO para el premio del público FUERA DE CONCURSO por petición del autor. Con el ceño fruncido, mostraba su disconformidad por lo acontecido unos minutos antes. No le gustaba esperar a nadie y el chirrido de una vieja puerta de madera al abrirse transformó su desairado rostro.
Siempre en tu mirada me detengo al pasar. Siempre tus ojos verdes observo cuando me consideras ausente. He aprendido a ver en ellos tantas cosas que de repente me echaría a temblar.
Sí, no puedo evitarlo, me remuerde la conciencia cada vez que pienso en ir a ver a mi abuela. Llevo años haciendo lo mismo y todavía no he conseguido blindarme a los remordimientos que me provoca la poca frecuencia de mis visitas.