5- La suplidora. Por Antístenes

Lo malo de decir lo que uno siente

es que muchas veces siente uno haberlo dicho.

Robin Goodfellow.

 

         ¡Amalaya con el moreno López, bien que me la jugó! Allí que llega y se me presenta en mi casucho con aquel solazo, abordándome con sus ojos ranos suplicantes y sudando aún la cuesta y se me sienta bajo el chirimoyo, platicándome un discursito abogadil y quejumbroso como el aúllo de un perruco amorriñado y buscando arrabiatarme la voluntad. <<Mire usté, Dominga Peralta, aunque la oferta sea de suplidora, yo le ofrezco este velorio porque de seguro que le va a importar. Y se lo oferto a usté primero porque la aprecio, que la india Ruperta, ya la conoce usté, la mujer del Goyo Antúnez, a quien le suelo remesar los muertitos de Aguán, ya me viene sermoneando siempre con que si le guardo preferencia y le apalabro los mejores difuntos. Pero yo, ya lo sabe, Dominga Peralta, yo le tengo inclinación, y espero que usté me la tenga también y me favorezca este amparo urgente que le pido y se me allegue a labrarles la pena, además que es un negocio de plata fuerte que le conviene, porque el finado es de familia relamida y no sólo quieren una llorona normalita con sus tres o cuatro quejas desmelenadas sobre el ataúd, sino que le van a cumplir el costo de un velatorio de tres días y con la llorada completa, con sus ataquitos desgarradores y todo y sus besos al muertito apalabrados aparte, que es seguro que más de una docena le gratifican si les hace un coste ajustadito, que el patrón, que despide al difuntito, es desprendido y buen desembolsador…>>. Y, ya lo imaginan, que no me lo pienso y allá que me voy araña a pescarme unos coloncitos, despezuñándome los pies en el camino de Aguán, que el finadito, aparte de nacido a la umbría del chacoleo de los cascos del tumultón del río, siempre se mantuvo riberano mientras estuvo vivo. Y la andada del camino fastidiosa, arrastrando el pesor de un bochorno macizo y grasón. Y luego la hacienda; amplia y bonita; de dos plantas y con un tejadito rojo de zinc; crecida al lado de la vía para los trenecitos; a los principios de una frazada larga de bananos que contaban de su prosperidad. Y entonces yo que me aflato la cara y los ánimos pa presentarme correctamente al principal y, en tanto que entro en la pieza grande, que me dicen que no me preocupe por el pago y que empiece de inmediato con la condolencia, porque el muertito lleva ya más de cinco horas acostao y la plañidera oficial no está para quejumbres, que le sentó mal el agarro al aguardiente que se tuvo pa crecerse en la lamentación, de modo que algunos emparentados ya llevan más de dos horas agarrados al trago y aún no han podido echarse a la pesadumbre ni un esqueleto de lagrimón. Y, ¡claro!, yo que no me hago rogar y así que me apuro un par de guaros, pa animarme también, que comienzo de seguido a aferrarme al extinto y a soltar aquello de ¡hay mi maridito lindo, que contigo dormía tan calientita! y lo otro de ¡qué estaba tan acostumbraíta y no te me pongas bravo y me des un break en el otro mundo!, como baqueteada y facultativa en la actividad… Pero, ¡la pucha!, no pasan tres minutos y me encuentro a los presentes mirándome asombrados, como si les hubiesen entregado una requisitoria gubernamental. Y, en tanto me interrogo qué ocurre, que el patrono se me allega pa decirme con gesto enojón: <<¡Mire, Dominga Peralta, déjese de babosadas y no se me salga del sendero de consanguínea sentimental! ¿Es que el moreno López no le contó que el finado no tenía esposa, que el muertito fue toda su vida un macuco fresón? ¡Pídame ahorita mismo disculpas a su consorte, don Lupe, por apuntar que el occiso le practicó con el hembraje, en asuntos de cama y amor, la infidelidad!>>.

         Y, mientras me excusaba, aquel reproche me hizo sentirme una pinche novata, una jodida pinche de lloradora profesional…

14 comentarios

  1. Pues sí, tienes razón, se me «coló» el error. Gracias por avisarme, Espiguilla.

  2. Me ha parecido ágil y gracioso, pero reconozco que algunos términos, o bastantes, se me escapan.

  3. Y es que hay que ser profesional para todo. No puede una presentarse en un funeral y ponerse así. de plañidera quejica y quejumbrosa, sin haberse informado bien de las circunstancias del finado. ¡¡ Mira que ser un macuco fresón !! No deja de tener su ironía y su gracejo la historia. Mucha suerte.

  4. LENGUAJE COLORIDO QUE DESDE EL PRINCIPIO DEL RELATO LO COLOCAN EN UN LUGAR DETERMINADO Y CON EL SABOR DE LA ESCRITURA LATINOAMERICANA. ANTÍSTENES FELICIDADES POR TU MANERA DE EXPRESARTE

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