Amor y actitud ante la vida
La rampa de acceso a urgencias señalaba la senda, sin discernir en aquel momento si sería un camino de vuelta o el punto de no retorno. Conocía bien el acceso, pero nunca le había dado un valor tan trascendente, son unos meros cuarenta metros de asfalto, y sin embargo estos desembocaban entre la vida o la muerte.
Murcia, aquel 16 de marzo de 2020, nada le podía envidiar a la película “Abre los ojos” de Amenábar. Las calles estaban atiborradas de silencio, y la oscuridad del mediodía alertaba de un siniestro tenebroso. Yo no guardaba temor, lo que tiene que ser será me repitiendo mi mantra vital, temía mucho más la complexión abatida, y el rostro cariacontecido de mi pareja de pie en la acera de enfrente, la seguí la mirada esa eternidad de pasos, sin dejar ni un segundo de sonreírle.
El hospital no era el mismo de tantas noches pasadas, habían desaparecido los tobillos torcidos, los orzuelos, y el descarne de alguna uña. Me recordó a un hospital de campaña en plena guerra distópica, la eficacia me impresionó, en un plisplás dabas los datos, dos puertas más allá una radiografía, y en menos que canta un gallo oías – Se queda, Neumonía bilateral. No le eché muchas cuentas, porque estaba seguro que mi nenica seguía en aquella acera, pero ahora llorando sola, y eso me dolía mucho más.
Aquí, en el Hospital Morales Messeguer disponen de una pre-uci que le llaman “las camas” y a una de ellas fui a dar con mis huesos. Todas estaban llenas de personas solas en el mundo, unos gemían de dolor, otros de miedo, algunos expiraba su último aliento, y yo observaba a aquella multitud de sanitarios luchando sin armas, y sin trincheras donde guarecerse, ataviados todos ellos con rudimentarios Epi’s forrados de bolsas de basura industrial. Pero aún así superan todos los obstáculos desde el desconocimiento de un enemigo nuevo e invisible, y sin munición efectiva que hiciera reversible que volviéramos a bajar todos la rampa.
En mi caso tuve suerte, 45 días después dio negativo el PCR, perdí 25 kilos, y unas cuantas secuelas que aún arrastro.
Pero hoy, 1 de junio de 2021, en una mañana agradable y soleada, recibo en el hombro la vacuna contra la Covid-19, y mientras mi nenica me hace fotos del histórico momento familiar que vivimos. Le podemos llamar resiliencia, ataraxia, etc. Pero yo prefiero llamarlo amor y actitud ante la vida.
Jordi Rosiñol Lorenzo.