Cuestión de matices. Por Carmen Posadas

Carmen Posadas«Cuando yo era joven y guerrillero pensaba que las cosas eran blancas o negras; más tarde, cuando me metieron preso, aprendí que lo importante son los mil tonos de gris». Eso ha dicho en alguna ocasión José Mujica, expresidente del Uruguay. Como ustedes saben, mi compatriota se ha convertido en un referente mundial gracias a su particular forma de ver la vida. Algunos piensan que esto se debe a que, durante los cinco años que estuvo en la presidencia, continuó viviendo en la misma y destartalada chacra en la que residía antes, parte de su sueldo lo destinaba cada mes a causas que consideraba justas, y nunca sucumbió a ninguno de los cantos de sirena que hacen desvariar (y muchas veces naufragar) a tantos de sus homólogos. Otros opinan que su filosofía de andar por casa y sus opiniones tan sensatas como políticamente incorrectas han hecho que gentes de toda ideología lo admiren y respeten porque dice las verdades que todos ven pero nadie reconoce. En lo que a mí se refiere, hay un rasgo de su carácter que me parece especialmente destacable y tiene que ver, una vez más, con el hecho de haber pasado por la cárcel durante los desgraciados años en que el Uruguay estuvo en manos de los militares. Quince años permaneció entre rejas, once de los cuales estuvo en aislamiento, encerrado en un aljibe, sin acceso a libros ni contacto humano. Según contó más tarde, se dedicaba a hablar con las cucarachas y con las ratas para no perder la cordura. Cuenta también que fue entonces cuando aprendió el valor de los matices, del «sí pero no» y del «solo sé que no sé nada». Al salir, y como Nelson Mandela, eligió el perdón en vez de la revancha, porque según dijo prefería «vivir sin mirar atrás» ya que «la vida es siempre porvenir y empieza todos los días».

Ahora que la sociedad se ha vuelto tan reduccionista; cuando todo es blanco o negro; lo bueno es buenísimo; lo malo, malísimo; y las opiniones, tan maniqueas como elementales, me parece interesante que alguien recuerde que en la vida todo es cuestión de matices. En realidad, siempre ha habido una tendencia a ignorarlos, pero ahora, debido posiblemente a la influencia de las redes sociales y a que las informaciones se suceden sin que dé tiempo a calibrarlas y mucho menos a digerirlas, la tendencia parece haberse acentuado. Vivimos en un mundo bipolar, las cosas se condenan o se veneran, se detestan o se adoran, no hay punto medio. Es imposible que lo haya porque ¿cómo matizar en ciento cuarenta caracteres? ¿Cómo decir «Sí, pero» cuando tenemos necesariamente que sintetizar nuestra opinión en pulgares arriba o pulgares abajo? Por eso me ha interesado mucho saber que Facebook ha lanzado alternativas a su celebérrimo botón de ‘Me gusta’. A partir de ahora, y mediante el uso de emoticonos, esta red social da la oportunidad de que uno pueda poner también ‘Me encanta’, ‘Me divierte’, ‘Me alegra’, ‘Me asombra’, ‘Me entristece’ y ‘Me enoja’. No está mal como iniciativa, pero sorprende ver que el repertorio que se nos ofrece sea bastante monocorde y que se haya prescindido, por ejemplo, de la opción ‘No me gusta’. Según la compañía, se ha desechado esta posibilidad porque atraería mucha negatividad a Facebook. Los peor pensados creen, sin embargo, que las razones son más comerciales que bondadosas. Un ‘No me gusta’ podría afectar de forma negativa a empresas y marcas y acarrearía a Facebook una considerable pérdida de ingresos. Aun así, y a pesar de todo, bienvenido sea el cambio. Contrariamente a lo que suele decirse, el hábito (o en este caso la costumbre) sí hace al monje y poder matizar lo que uno opina de tal o cual cosa consigue que se empiece a pensar fuera de la caja. En otras palabras, logra que uno no tenga que quedarse con la primera y ramplona impresión sobre lo que ve o lee. Algo que tal vez redunde en que, como dice mi paisano Mujica, uno descubra que en la vida lo que importa no es el blanco o el negro, el sí o el no, sino los infinitos tonos de gris, que son los que hacen la vida realmente interesante.

Carmen Posadas

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XL Semanal

Un comentario:

  1. Descubrir los matices es de personas inteligentes y maduras. Lo de la inteligencia en mí…, lo pongo en duda; pero es verdad que los años no pasan en balde y algo bueno tiene envejecer.
    Un abrazo.

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