La necesidad de amar, lleva consigo la de ser amado. Sin embargo, no siempre es el rechazo del otro el que causa la imposibilidad trágica del amor romántico, sino que también éstas, pueden materializarse a través de las convenciones sociales o los desencuentros. En el año de 1898, en el que fue escrita esta obra de transición del Premio Nobel de literatura de 1920 Knut Hamsun, ambas circunstancias todavía pesaban demasiado, tanto, que hacen recaer sobre los protagonistas de esta historia de amor, Johannes y Victoria, una maldición milenaria que a lo largo de la historia de la literatura está tratada de múltiples formas. Detrás de todas ellas, siempre aparece el deseo de lo imposible, pero qué es lo imposible en estos casos nos podemos preguntar. En este sentido, el movimiento romántico trató ampliamente la desavenencia entre amor y placer, y buscó sus argumentos al otro lado, entre el placer y la muerte. De ahí, sin duda, entresacó Hamsun el argumento de su novela, pues como tal, el movimiento romántico llega a los países escandinavos de una forma tardía, justo a finales del siglo XIX. Esta época de crisis y de cambios que supuso el período que va desde finales del diecinueve a principios del veinte, Hamsun lo plasma en esta novela, cuando retrata y pone en entredicho la supremacía de las tradiciones familiares y de las convenciones sociales por encima de los sentimientos, como si éstos, no tuvieran una oportunidad en esa sociedad.
Victoria es un punto intermedio entre sus obras iniciales, Hambre y Pan, y las que vendrían más tarde, y que le harían merecedor del Premio Nobel, y con ello nos debemos quedar. Con todo, este capítulo intermedio de búsqueda en la carrera del escritor noruego, está relatado de una forma ágil y nos dibuja en pequeños esbozos las vidas de dos jóvenes que no encuentran el camino adecuado que los lleve a disfrutar del AMOR; y de ahí su tragedia, que Hamsun detiene en el retrato psicológico de los personajes y en los sentimientos más profundos de éstos, muy bien entremezclados con bellas metáforas que hacen múltiples referencias a la naturaleza y a la vida de campo que tanto gustaba al autor. Y como muy bien nos apunta Alejandro Jiménez en su amplísimo artículo que aborda esta novela: “y de esa gracia de la forma, Hamsun hace desprender una preocupación central, a saber, que la energía ideal de los sentimientos se destruye al materializarse y, en consecuencia, el amor –como el más sublime de los sentimientos- sólo llega a existir en el individuo, en lo más íntimo de su ser y su deseo; es algo que no se comparte, que no puede materializarse. El que se atreve a pronunciarlo- parece decirnos el escritor noruego- asistirá a su derrumbe”.
Ese freno que se nos presenta como la imposibilidad de los sentimientos, es el que nutre la desgracia de Johannes y Victoria, y los aleja de cualquier tipo de libertad. Todo es inútil, parece decirnos el autor, no hay batalla posible para aunar realidad e imaginación, sólo cabe la imposibilidad trágica del amor romántico.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.