La salud preside la chimenea
Soy un afortunado, sin espera entrego el carné de mi seguro médico en la recepción, y con una atención de sonrisa exquisita, acompañan unas comisuras que casi rozan la dulzura del trato de la señorita que me atiende. En un instante me siento en la sala de poca espera, en ese momento mi trasero se siente un privilegiado ante la vorágine de listas de espera existentes en la sanidad pública.
¡Me lo he ganado!, ¡que se hubieran esforzado como yo! Me digo a mí mismo en un intento de argumentar mi conciencia ante los visos de remordimientos que afloran tímidos en mi interior.
Tras un simple buenos días a los presentes, miro alrededor, y me rodean unas pocas personas de mi nivel social, hay plantas de aloe vera, y flores de diversas violetas africanas estratégicamente distribuidas por la minimalista e iluminada sala, y para colmar los sentidos, que menos, que el hilo musical deleitando nuestros oídos, pero no todo acaba ahí, ante mi sorpresa hay a disposición del asegurado la prensa diaria, que, a diferencia de las publicaciones médicas gratuitas distribuidas en los hospitales públicos, vuelven a revelar mi recién logrado estatus social como encargado del turno C.
Velozmente educado me hago con un ejemplar de La Verdad, y después de hojear por encima el periódico, ojiplático me quedo con un titular. Detenido el expresidente de Sanitas con más de cien especies animales protegidas colgando de las paredes, en ese momento mi clase media venida a más entró en pánico.
¡Por Dios, que barbaridad! ¡Qué será lo siguiente!
Y el siguiente era yo. – Ya puede pasar señor X, balbuceando, y con mi imagen mental reflejada por el destello de las llamas de la chimenea, veo claramente mi cabeza sobre un escudo de madera colgando de la pared justo encima del calor del hogar.
Trastabillando sílabas sudorosas, me despedí atropellado, dirigiéndome raudo al hospital Morales Meseguer, y allí, con paciencia pedí cita en la lista de espera, y una vez sentado entre varios compañeros de mi turno a los que saludé como era de costumbre, – ¿Acho qué? – aquí ya «veee». me contestaron.
Una vez sosegado, leí un interesante artículo sobre el estreñimiento crónico en las personas de mediana edad.
Jordi Rosiñol Lorenzo.