Hoy es el último post antes de año nuevo.
Yo,
al año que viene,
le voy a pedir
mucha ternura…
Por eso quiero colgar hoy este poema, porque una es como es y siente de esta forma tan atropellada y tan de verdad, porque desde niña le han atragantado el alma de cariño y de calor.
Por eso,
aunque parezca cursi,
termino el año dedicándole el blog a la madre que me cobijó en sus entrañas, porque con ella se lo dedico a todas esas mujeres que ha amamantado a personas llenas de esperanza mientras la suya (que ironía), se diluía en promesas incumplidas o en sueños que nunca llegaron.
Este poema
es para la
madre
que me
parió
(aunque ella
nunca me
lo haya
pedido).
Un poema a
su útero
apretado de hijos,
a su corazón
infectado
de tanto
callarse y
a su amor
infinito,
infinito,
e infinito…
Un poema
a sus lágrimas
dulces que
me enseñaron
que hay que
dar sin recibir
(creo que por
eso tiene
el azúcar
tan alto)
y a sus
llamadas
interminables
a deshoras
para decirme
que me
envía las
croquetas con
mi hermana.
Pero sobre
todo,
un poema
a la mujerjineta
que vive
dentro de
sus venas;
la que se
le agita
dentro
y le muerde
los huesos
y la que,
por miedo a
la soledad,
aún no ha
querido
dejar
cabalgar.
Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»
Blog de la autora