Vuelan más letras al cielo. Por Mar Solana

Bibiliobus

Hace tiempo una amiga me comentó que tenía una extraña sensación. Ella sentía que se abrían portales desde la Bóveda Celeste y una camarilla de angelotes bajaba para recoger a personas necesarias «allá arriba». Y se marchaban así, todas casi al mismo tiempo, como si el «Gran Jefe» les dijera:

«¡Eh, querubines, aquí necesitamos a alguien que arregle esas rosas… o algunos que construyan más estancias, que el Cielo se nos queda pequeño… o unos cuantos que sepan hacer y hornear nuestro delicioso pan de cada día… o hacedores de letras, que nos desvelen los misterios de los de «allá abajo», empapelen este Edén de belleza y de paso echen una manita a las musas en el Helicón, que andan de capa caída…!»

No tuve por menos que coincidir con mi amiga: yo había sentido lo mismo muchas veces…

Con apenas un día de diferencia, coincidiendo con el solsticio de verano y la celebración de San Juan, eso fue lo que ocurrió la semana pasada: tres plumas muy especiales emprendieron su viaje.

El lunes, veintitrés de junio, fue un amanecer brumoso y destemplado en la sierra madrileña, Máximo Fuertes Rodríguez, Max Mismo o Max Estrella, como se apodó él para los amigos, acudió raudo a su cita con las musas. ¡Menudo era Max, de ninguna manera iba a dejar el Helicón con unos soplos desganados; faltaría «máx»!

El destino me brindó la oportunidad de conocerle. Coincidí con él en un par de talleres literarios impartidos por nuestro maestro común, Ramón Alcaraz. Cuando nos presentaron, me dijo algo que me hizo sonreír y que, por supuesto, me habló de su bonhomía. ¡Cuánto me alegro de haber compartido esos buenos momentos con él en aquellos estupendos talleres de «El Desván de la Memoria»!

«No tengáis miedo, estamos salvados: la poesía mana a borbotones (…) Nota del autor: obviamente, este sitio no es más que el despliegue de un ego, que es lo que es, una cola de pavo real, algo raída y deslucida, porque uno es como es… Permítaseme, no obstante, decir que no hay puntada sin hilo… En cualquier caso, yo me estoy riendo un montón haciendo este ejercicio. Si te puedes reír tú también, con cierta condescendencia y sin animadversión, entonces, nos sirve a los dos.» Máximo Fuertes… Max Mismo.

Hasta siempre, Max. Estoy convencida de que las musas te habrán recibido con los honores que tú mereces y que desde la Bóveda Celeste nos seguirás enviando toneladas de inspiración…

_________________

Al día siguiente, mientras en muchos lugares se celebraba San Juan, nos dejó nuestro compañero Juan Ballester Palazón, el Caballero Poeta de Canal-Literatura. No se podrán quejar en el Helicón, no, ¡menudos refuerzos han reclutado!

A Juan no le conocía personalmente, pero seguía sus publicaciones y poemas, habituales en Canal-Literatura. Una de mis compañeras, Elena Marqués, dejó en un comentario algunas perlas del Caballero Poeta, que ella misma ha apodado (muy acertadamente) «greguerías ballesterianas». Con su permiso, y el de Juan, os dejo con las que más me han gustado y con uno de sus delicados e inspiradores Poemas: «Páginas de mi vida».

«Si quieres leer mis poemas en formato electrónico, espera a que sea de noche y enciende la luz.»

«Lo que asusta de las Parcas es que, además, son parcas en palabras.»

«Buenos días. Si hoy te sientes triste, no olvides pasarte por mi corazón a recoger tu abrazo diario.»

«Buenos días. Quizá los ángeles no existen, pero sí existen personas que tratan de hacernos la vida un poco más feliz. Están a nuestro alrededor. A veces no nos damos cuenta, pero están ahí, silenciosas, invisibles. Cuidémoslas. Tal vez algún día las echemos en falta y sea ya demasiado tarde.»

 

                                       Páginas  de mi vida

Mi vida es como un río que fluye hacia tu boca
es como un viento cálido que repite tu nombre;
mi vida es una fiesta que a gozar me convoca
porque me siento un hombre.

Mi vida es una brújula que señala tus ojos
un imán que me lleva hacia tiempos felices;
mi vida es tierra fértil sin piedra y sin abrojos
donde echo mis raíces.

Mi vida sabe a versos, a silencio y miradas,
a tardes confortables, a noches sin bombillas;
mi vida no termina con lágrimas ahogadas,
con húmedas mejillas.

Mi vida tú la mueves, la conduces, la guías
la llenas de esperanza, de horizontes, de metas;
mi vida junto a ti son dos manos vacías,
son dos manos repletas.

© Juan Ballester

Hasta siempre, compañero, mi gratitud por toda la belleza que nos has brindado.

_________________

Y todavía con las hogueras de San Juan humeando, con millares de buenos deseos flotando entre la espuma del salitre y las brumas matinales, de puntillas y sin grandes desmanes o alharacas, también se marchó una de mis cuentistas preferidas: nuestra sempiterna Matute. Ya estaban necesitando a alguien que los contara «allá arriba».

Crecí con los cuentos de Ana María. Cuando yo aún llevaba pañales, ella ya había escrito un buen manojo de ellos e, incluso, le habían concedido algún que otro reconocimiento. La obra más deliciosa que he leído de esta Maga de Letras es, sin lugar a dudas y entre otras muchas, Paraíso inhabitado. Aunque si tenéis ocasión, no dejéis de leer su excelente volumen de cuentos completos La puerta de la Luna.

De Ana María os dejo con este entrañable microcuento, uno de mis preferidos.

                                                   Música

Las dos hijas del Gran Compositor -seis y siete años- estaban acostumbradas al silencio. En la casa no debía oírse ni un ruido, porque papá trabajaba. Andaban de puntillas, en zapatillas, y sólo a ráfagas, el silencio se rompía con las notas del piano de papá.

Y otra vez silencio.

Un día, la puerta del estudio quedó mal cerrada, y la más pequeña de las niñas se acercó sigilosamente a la rendija; pudo ver cómo papá, a ratos, se inclinaba sobre un papel, y anotaba algo.

La niña más pequeña corrió entonces en busca de su hermana mayor. Y gritó, gritó por primera vez en tanto silencio:

-¡La música de papá, no te la creas…! ¡Se la inventa!

Ana María Matute

 

Hasta siempre, Max, Juan, Ana María… vuestro Tesoro de Letras está a buen recaudo.

Máximo Fuertes Rodríguez, Juan Ballester Palazón, Ana María Matute

Máximo Fuertes Rodríguez, Juan Ballester Palazón, Ana María Matute

Palabras desde mi luna
Mar SolanaMar Solana

Blog de la autora
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Palabras desde mi luna”
marsolana@canal-literatura.com

3 comentarios:

  1. Diego Fdez. Sández

    Un saludo de alguien que sí conoció a Juan. Gracias.

  2. María José Moreno

    Precioso homenaje Mar para estos artistas de la palabra. Un beso

  3. Elena Marqués

    Ahora más que nunca debemos leerlos para seguir teniéndolos entre nosotros. Es una de las grandes ventajas de escribir: que puedes seguir hablando a quien quiera escucharte.
    Un abrazo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *