Bajo el Puente de Pucela. Por Juan A. Galisteo Luque

Bajo el Puente de Pucela

BAJO EL PUENTE DE PUCELA

 

Caía la tarde;
el sol se ocultaba…
Bajo el ancho puente,
a la luna clara,
el Río Pisuerga
que allí se encontraba,
a veces reía,
a veces cantaba.
En su fiel sonido,
también se escuchaba
un triste lamento,
porque se alejaba
de ese amor tan grande,
al que tanto amaba.
Al dulce y sonoro
discurrir del agua,
bajo el viejo puente,
con la voz muy baja,
el río impaciente,
lleno de añoranza,
a Pucela un día,
dijo estas palabras:.

*
Si triste es mi sino,
también mi esperanza;
de allá, entre los riscos
que hay en la montaña,
cruzo cien laderas,
bosques y barrancas.
Nacer y morir,
total, ¡para nada!
sin poder amar,
sin dicha temprana;
tan solo dejar
que el cauce me empuje
hacia un mar salado,
de espumas amargas.
*
A través del viento,
lleno de nostalgia,
él, lo repetía,
ella, lo escuchaba…
*
Si el Duero me quiere,
tú, también me amas,
pero estoy tan lleno
de ilusiones vanas,
que a veces contemplo
mis dichas lejanas,
como gotas vivas
que enturbian mi espejo
y empañan mis aguas.
¡No quiero marcharme!
¡Ni darte la espalda!
Antes de alejarme
por tierras muy anchas,
deja que me acueste
tan solo una noche
sobre tu regazo.
Yo estaré contigo,
besaré tus plantas,
cumpliré tu sueño
y, por la mañana,
como un buen amigo,
te daré un abrazo
de amor y semblanza.
*
El sol se escondía;
la luna asomaba…
Desde los remansos,
orillas en calma,
Pucela dormía,
Pucela soñaba.
Entre sueño y sueño,
muy enamorada,
a su amante río
así contestaba:
*
Tú, que siempre fuiste
mi amigo del alma,
que solo viviste
pensando en mi calma,
aquel confidente
de sombra callada
al que tanto admiro…
¿Por qué esas palabras?
Acaso, no sabes,
que hasta las campanas
que suenan al viento
saben el secreto.
Descansa tranquilo
!luz de mi alborada!
que yo extenderé
con plácida calma,
mi pecho, mi manto,
mi cetro y mi almohada.
*
Y así, desde entonces,
todas las mañanas,
encuentro a Pucela
con gran sentimiento
allí, junto al río.
¡Ya nada la espanta!
Ni el sol del estío,
ni la dura helada;
tan solo el abrazo
para siempre unido
en un lazo eterno…
¡De eterna elegancia!
***

Juan A. Galisteo Luque

galisteoremio Pucela 2012 en su XXVI certamen de poesía
Derechos registrados y fotografía: del autor

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