CANTO A ÉCIJA
Écija, de Andalucía,
Astigi, ciudad romana,
que te extiendes hacia arriba
con tus colores de grana;
tu mágica arquitectura,
tus cúpulas y espadañas,
cubren de grandeza el cielo
al sonido de campanas.
Écija, ciudad del sol,
la de las torres calladas;
la sartén de Andalucía
que con acento te llaman
esas gentes de provincias
y otros lugares de España.
¡Ciudad de las bellas torres!
once son…, para nombrarlas;
una de ellas, Las Gemelas,
todas llenas de elegancia.
Desde Córdoba a Sevilla,
por las fondas y posadas,
derrochan los Siete niños
las monedas de oro y plata
que han sustraído a los ricos
por caminos y vaguadas.
Renegados y engañados,
han quedado ya olvidadas
sus vidas y sus destinos,
desde aquella época vana,
donde el gran Napoleón
invadiera las naciones
y sus campos arrasara.
Guerrilleros andaluces,
algunos de etnia gitana;
hubo legos y hasta nobles,
también de Écija la llana,
que después de darlo todo
luego quedaron sin nada.
Ciudad de mito y leyenda,
¡cuánto siento recordarla!
lugar donde yo nací,
y que aún vive en mi añoranza.
Nunca olvidarán mis ojos,
embriagados de nostalgia,
que por esas callejuelas,
allá, por Semana Santa,
con el fervor y la entrega
de una pasión desatada,
un Cristo y sus nazarenos
iban despertando al alba.
Mientras tanto, aquí en silencio,
con la luna como alianza,
mis recuerdos palidecen
en un manto de esperanza.
Écija, ciudad del sol,
¡la de las torres calladas!
a todas me las encuentro
por donde quiera que vaya.
¡La sartén de Andalucía!
que con salero te llaman
tantas gentes de provincias
y de otros sitios de España.
¡Ciudad de las bellas torres!
once son…, para nombrarlas.
Autor: Juan A. Galisteo Luque
Del poemario: Versos y paisajes
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