Cristina Guirao, Crónicas a contrapelo.
UN MUNDO DE MUNDOS.
El viaje y su posibilidad de exploración del mundo; un mundo tanto exterior como interior. El viaje como un mundo de mundos en el que cabe la geografía, la literatura, las corrientes del pensamiento y, sobre todo, la reflexión. Reflexión y expiación de los no lugares de nuestras vidas que se van sobreponiendo en nuestra mente como espacios que revisitar una vez ha concluido nuestro peregrinaje. Esa forma de viajar que explora la necesidad de un silencio hoy por hoy inexistente, o que aborrece la homogeneización del mundo globalizado que habitamos es lo que nos propone Cristina Guirao en Crónicas a contrapelo. Ese ir a contracorriente, sin duda, es uno de los grandes retos de nuestro tiempo si queremos adivinar lo que aún nadie ha visto o se ha perdido en el devenir de los siglos. En, Crónicas a contrapelo, la autora lo hace en compañía de sus propias reflexiones y de las de autores que le ayudan a cartografiar la geografía visual que la acoge allí a donde se dirige. Autores muy bien elegidos en cada momento, viaje y ciudad. Una perfecta excusa para buscar un ancla en este mundo de mundos arrasado por la tiranía de las imágenes. Un mundo que a pasos agigantados destruye nuestra propia identidad, pues cada vez nos resulta más difícil identificarnos con lo soñado a través de lo aprendido. Una circunstancia que nos lleva a replantearnos el viaje en sí, y que Cristina Guirao intenta esquivar hablando de todo lo adyacente: un cuadro, unas librerías, una arquitectura o una costumbre. Conceptos que le sirven como crónicas a contrapelo de todo lo imperante en la forma de viajar hoy en día, donde el mero exhibicionismo o el acontecimiento son la expresión más común de lo visual bajo la siniestra tiranía de las redes sociales y su inmediatez. En contraposición con todo ello, Cristina Guirao, en Crónicas a contrapelo, se para y mira. Observa. Piensa. E intenta entresacar algo bello de todo lo que ve y piensa, pues esa, al final, es una de las mayores satisfacciones del viajero. Viajar para contemplar la belleza y más tarde recordarla, porque cuando algo es bello en sí mismo, es cuando da pie a ser revisitado, aunque tan solo sea en nuestra memoria. En estas crónicas a contrapelo su autora nos dibuja una senda de huellas que revisitar, y lo que hace mediante su bien criterio y el de autores como Italo Calvino, Walter Benjamin, John Berger, o Borges, entre muchos otros. Con esa amalgama de formas de ver y de revisitar lo visto, intenta responder a las preguntas que se plantea en su forma de ver y mirar el mundo. De esa introspección nace la naturaleza del viaje como objeto de observación cambiante y en continua transformación como la propia autora nos apunta en el capítulo titulado Crónicas de lo visible, donde nos señala que hay tres etapas en el viaje. La primera de ellas es la de la exploración, es decir, la de los primeros exploradores o conquistadores; la segunda sería la de la verdadera era de los viajes, o la que concibe el viaje como conocimiento y maduración de uno mismo; y una tercera en la que atónitos asistimos al turismo de la sociedad de masas, lo que le lleva a plantearse la necesidad de una nueva teoría de lo visible como modo de alejarnos de la inmediatez hortera de los dispositivos móviles y su capacidad de ahorcar a la mera contemplación.
En este libro híbrido entre la crónica, el ensayo, el diario y el libro de viajes, que tan bien está seleccionando y editando Newcastle Ediciones, asistimos al viaje como concepto cultural e intelectual frente al mero entretenimiento y las reacciones que en su autora produce tal aberración, lo que le lleva a afirmar, por ejemplo que: «Hemos sustituido la materialidad por la visualidad», o «el acontecimiento es la forma de expresión más común de lo visual hoy». Esas imágenes que nos colonizan a través de los móviles, y que pervierten el viaje como concepto de autoconocimiento o crecimiento personal, son la razón que a Guirao le lleva a exponer, casi como cierre a esta profunda tesis viajera que: «Sin duda, entender la vida bajo el paradigma de lo fugaz tiene más profundidad de campo filosófico, que la vida como un acontecimiento continuo que hay que mostrar al mundo», porque lo fugaz, si es único o auténtico, es lo que define al viaje como un mundo de mundos.
Ángel Silvelo Gabriel.