<br /
Me encontraba yo sumido en mis pensamientos mientras me dirigía a trabajar, cuando de repente mi mirada se fijó en la acera de enfrente. Observé cómo dos sujetos se le acercaban a un muchacho. Éste no advirtió la presencia de los individuos, por lo tanto no sintió cuando le cerraron el camino. Mi cuerpo se dispuso a salir en su ayuda, pero en ese mismo instante mi mente se llenó de ideas y de voces que me repetían con fiera insistencia “nadie lo va ayudar”, “¿tú solo? no vas a ayudar en nada”, “cosas como éstas pasan todos los días” y en efecto así era, hace poco me asaltaron y ésas imágenes volvieron a mi memoria mientras los ladrones terminaban su trabajo. Para cuando regresé al tiempo real, me había detenido a la altura del muchacho, que seguía enfrente, tendido en el suelo, sin moverse.
____________________________________________________
Cosas como ésta pasan todos los días. Dios mío, me pudo haber pasado a mí. Iba regresando del mercado cuando esos dos asaltantes pasaron rozándome rápidamente la bolsa de las compras. “Qué susto”, pensé, pero ésa tranquilidad se transformó en lástima cuando me encontré a escasos metros del terrible hecho. Sólo alcancé a ver cómo los ladrones se acercaban hacia el chico, luego tuve que desviar la atención pues busqué ayuda; me pareció que ese hombre en la acera de enfrente quiso ayudar al muchacho, la verdad no sé qué lo detuvo. Cuando me di cuenta que la intención de ese hombre por ayudar al joven era nula, regresé la vista a la escena inicial, pero los ladrones ya habían emprendido la fuga y sólo quedaba un grupo de mirones rodeando a la víctima. Los comentarios por parte de los mismos, no se hicieron esperar “¡Éste país está jodido!”, “¡Nadie nunca hace nada!”, etc. Cuando me acerqué a ese grupo, me di cuenta que era un joven apenas, fácilmente podría tener la edad de uno de mis hijos. Si esto le pasara a alguno de ellos algún día, no sé qué haría. Pobre muchacho.
_____________________________________________________
-Esta chambita va a ser bien fácil, tío…
Yo no quería meterme en más problemas de los que ya tenía, me quedé sin chamba hace poco y no he conseguido nada porque no terminé el colegio. Estaba desesperado.
…mira compa’rito, llegamos, le quitamos su mochila y safamos, así de simple, nos dividimos lo que encontramos a la mitad, ¿’ta bien o no?…
Mirar la cara de tristeza en mis hijos cuando me pedían comida me partía el corazón. Tuve que hacerlo.
…yo sé que estás necesitado pe’ tío, por eso te llamé. Yo sabía que ibas a atracar. Mañana vamos a cuadrar a un chibolo que siempre se viene por el mismo camino, yo sé que tiene plata, para siempre bien vestido…
__________________________________________________
Tenía ya todo planeado, asistiría a la universidad como todos los días, para no levantar sospechas. Iría, como siempre, manteniendo el perfil bajo. Luego, ya harto de esta vida, me tiraría de ese precipicio que tantas otras veces fue testigo silencioso de vidas que se acaban a voluntad del propietario. Estaba seguro que nadie notaría mi ausencia hasta dentro de unas horas, cuando sería ya muy tarde. Todo marchaba acorde al plan, iba repasando todo en mi cabeza mientras inconcientemente caminaba hacia la culminación de todo, cuando de repente me encontré forcejeando con dos tipos que nunca había visto en mi vida. Todo pasó tan rápido que sólo recuerdo sentir un terrible dolor en el estómago y luego estar boca arriba en el suelo con todas ésas personas mirándome y hablando sin poder entenderlas. Dicen que en estos casos uno siempre ve su vida pasar frente a sus ojos, pues no es cierto. Sin embargo, ésas voces llamándome se escuchan cada vez más fuerte.
Boris Baltodano Bazán
Diciembre, 2007