Heidi 13. Por Dorotea Fulde Benke

Heidi

Mientras Heidi tuvo a su primera hija, el abuelo y la Srta. Rothenmeyer contrajeron matrimonio en Las Vegas. El novio llevaba un atuendo de Elvis Presley y ella se había disfrazado de monja lo cual le sentaba tan bien que el sacerdote de la Quinta Iglesia a la Derecha de Dios dudó un buen rato si debía o no unir a esa pareja. Finalmente lo hizo y con la canción de Heidi, esquilas de cabras y ecos de montaña retumbando por los altavoces,  los esposos salieron por una puerta-tobogán que les llevó directamente al casino.
Unos días más tarde, allá en las altas montañas de Suiza, Heidi daba el pecho a la recién nacida, concebida por inseminación artificial, y sonreía con complicidad a su pareja de hecho, Clara. En la pradera jugaban dos bisnietos de Niebla, el mítico San Bernardo de la juventud de Heidi, mientras el eterno perdedor, Pedro, en uniforme de mayordomo, servía el té de las cinco.
Los cachorros ladraron y salieron asustados cuando un helicóptero se posó en el prado al lado del chalet. El abuelo -vestido con un traje tirolés made in EEUU- se bajó sacudiendo el puño en dirección al vehículo que volvió a emprender el vuelo. Desde las alturas resonó la risa histérica de la Rothenmeyer al fugarse con el piloto y los fondos  de la banca del casino que habían reventado. El abuelo besó a Heidi y a la niña, echó una larga mirada a Clara y se fue montaña arriba hacia su cabaña sin saber que Heidi la había vendido a una cadena hotelera  para costearse el tratamiento de fertilidad. A través del circuito cerrado de TV Heidi, Clara y Pedro observaron atónitos como el viejo echó a patadas a los turistas, al recepcionista y al animador que -abrazado a una cabra de peluche- estaba entonando el himno de los Alpes.
En el telediario de las 8 hablaron de noticias confusas que iban desde la aparición del mítico yeti hasta un terremoto de 5.3 puntos de la escala de Richter. El episodio 846 de la serie de dibujos animados de ‘Heidi 13’ acabó con un adelanto de escenas no aptas para el público infantil,  centradas en las aventuras de la Rothenmeyer y el piloto del helicóptero que tuvieron que aterrizar de emergencia en la jungla amazónica por no estar atentos a los mandos del aparato volador…

Dorotea Fulde Benke
Blog de la autora

2 comentarios:

  1. Todo creíble, salvo que no sé lo que vio el piloto en la señorita Rothenmeyer.
    Muy ocurrente y divertido. Me has alegrado la mañana.
    Un abrazo.

  2. Muy ingenioso y divertido. Me lo ha pasado genial 🙂

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