Domingo, 31 de octubre de 1943. Antonia Álvarez

arbol de los siglos

Domingo, 31 de octubre de 1943

 

Dónde hilarás la luz de tu voz suave,

en qué tercera rueda

de arcángeles y nubes

avanzarán tus pasos de ave leve,

tus pasos sigilosos que velaban

silencios en la alcoba, los silencios,

silencios como manos cariciosas,

como manos del pan, dentro, en la artesa,

tu risa bajo el árbol de los siglos,

tu risa que amanece entre los labios

cerrados de otra pálida mañana,

tu risa de mañana y de campana,

y este silencio pesa como el sueño

que conduce al olvido donde moran

las hadas voladoras, las malvadas,

las brujas del espanto.

Este silencio ronda entre la nieve,

y es un lobo de Gubbio este silencio.

Dónde tus sueños, dónde aquellos ojos

tan jóvenes de sol, que sonreían,

y el sol hería al niño de tus ojos,

la pública bondad de tu mirada.

La tierra está más triste:

son los versos

que lloran por las rosas de la tarde.

En la página abierta, duermevelas

de un Bécquer matador de golondrinas;

yo recuerdo, en tu voz, que regresaban

de los rincones del amor, oscuras,

hasta poblar los cielos y poblarte.

Está el libro cerrado. Tú no vuelves.

 

Hay un niño llamando a la ventana,

y he de abrir el silencio.

Espera un poco.

 

Antonia Álvarez Álvarez

 

todos los relojes

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