El carisma.
Desde aquel día en el que mi amiga me halagó con esa sororidad especialísima que existe -afortunadamente- entre nosotras… las mujeres, se me cuela traviesamente en el baúl de mi pensamiento aquella palabra tan inusual que muy pocas veces sale a relucir en las conversaciones en las que hay un “eye to eye” entre dos personas. La palabra halagadora en cuestión, además de colarse en los subterfugios de mi yo racional, me remueve, y muy positivamente, los cimientos de mi subconsciente. Su dicotomía, su significado y su significante, acelera, para bien, el proceso de este movimiento de tierras en mi cerebro; todas sabemos que de utilizar una u otra palabra al conversar, el efecto puede resultar tremendamente contrapuesto en nuestros oídos; tanto que una palabra puede resonarnos con la sutileza y el misterio subyugante de una flor que cae al suelo y que otra… nos fagotiza la autoestima con el efecto destructivo de un misil aéreo que tiene puntería pero que nos hace trizas.
Aquel día al susurrarme mi amiga al oído tal cosa, fíjense con qué poco, me hizo feliz. Aquel sustantivo que salió de sus labios cayó en mi inconsciente como un resuello de pétalos y de aire fresco. Y, además, el halago aquel me lo creí sin margen para el titubeo. No le llevé la contraria a mi amiga ni me vestí de falsa modestia (que no está reñida con la bienhadada humildad), sino que acepté su dadivoso halago de muy buen grado; necesario y absolutamente saludable me parece tanto el darlos como el saber recibirlos, los halagos, sin mostrar indiferencia o displicencia.
Mujeres carismáticas las ha habido y muy prolíficas con esta persuasiva, notoria y virtuosa cualidad del CARISMA. A nada que escarben un poco, pronto se percatarán que las hubo y las hay a mares: Reinas, Científicas, Artistas, Escritoras, Pintoras, Guerreras, Emperatrices, Espías, Corresponsales de guerra, Filósofas, Antropólogas, Compositoras, Pianistas, mujeres que son ahora de facto excelentes guías, ejemplos y referentes de unas niñas, ahora empoderadas; y señalo y enfatizo “ahora” porque en ciertas épocas de la historia de la Humanidad hubo una negligencia, muy interesada, en la ocultación de ciertas historias de referencia que dejó huérfanas a millones de generaciones de niñas que hemos crecido al “amparo”, según se mire, de un determinado establishment paternalista. ¿Acaso nos hablaban en la EGB de entonces del poder persuasivo de Cleopatra, de la reina de dos mundos, Gala Placidia, de Leonor de Aquitania o reina de los trovadores, de la diplomacia de una reina medieval, María de Molina, de la primera princesa de Asturias…, Catalina de Lancaster, de la primera traductora de América, Doña Marina La Malinche, de Concepción Arenal, firme defensora de la Justicia social, de la amiga de los gorilas, Dian Fossey, de la bailarina estadounidense Isadora Duncan, danza del espíritu, de Mileva Maric, la mujer que sufrió a Einstein, de la pintora a la que ahora reivindica el Museo Thyssen, Rosario de Velasco, de la Ciencia en estado puro, Marie Curie, de Madame Pompadour, musa de Versalles, de la escritora sin sombrero, Concha Espina, de la aristócrata con aires de modernidad Emilia Pardo Bazán, de la pianista, directora y compositora Nadia Boulanger … y así podría escribir una lista de nombres de mujer con ríos y ríos de tinta, cada cual atesorando un CARISMA único y propio.
A pesar de todas las vicisitudes que el modelo de Sociedad les impuso para que sus talentos, carismáticos, no terminaran de brillar de manera sobresaliente o no ensombrecieran a los de sus congéneres, todas estas mujeres, supieron desarrollar, transmitir y legar valientemente sus carismas. Por ello es de justicia agradecer a todas ellas, a las mujeres de antes y a las de ahora por hacer y allanar caminos, lo que los ingleses llaman “smooth” y que los castellanoparlantes traducimos como “suavizar”.
Vivimos a nuestro pesar en una Sociedad de apariencias y de piedras en el camino, en la que ya desde pequeñas escuchamos a diestro y siniestro, por parte de los adultos el borboteo de piropos varios como “qué guapa”, “qué ojos más bonitos” o “qué buena es” y “qué bien se porta”. Los refuerzos que siguen siendo sinceros, bienintencionados y motivadores pero que, por contra, van más allá de la frase hecha tan buenista y del piropo frívolo y acostumbrado, sacan por fin a relucir lo mejor que cada una llevamos dentro; y ésta es una carrera de fondo y de obstáculos, que no de eslabones perdidos. Estos halagos hacen de dignísimos y potentes acicates para apoyarnos entre nosotras, las mujeres. Son puentes de comunicación de retroalimentación, positiva y eficaz para hacer de ésta, nuestra Comunidad, un sistema no a la deriva, como a veces se presupone o se atestigua, sino una Sociedad en cogobernanza (perdón por la redundancia) entre hombres y mujeres libres. Resaltemos, ensalcemos, promovamos y potenciemos como auténticas panegiristas, nuestros talentos y sobre todo compartámoslos con otras mujeres para que puedan llegar a ser igual o más carismáticas.
USUE MENDAZA
Como siempre que te leo, tus líneas me saben a poco. Pero, ya sabes: «bonum si breve, bis bonum», que no lo dijo Plauto, pero podría habet sido él 😄
Según Chéjov, era preciso «no pulir demasiado; hay que ser desmañado y audaz. Y ser breve. La brevedad es hermana del talento».