El coronel no tiene quien le escriba, a mano menos.

el coronel

El coronel no tiene quien le escriba, a mano menos.

 

  Desde que el ordenador se impuso al bolígrafo y el papel, la letra de la gente se ha estropeado una barbaridad. Las clases de caligrafía no existen y los cuadernos Rubio han quedado enterrados en el subconsciente de los que fuimos a la escuela cuando aún se salía a las seis y en verano existían los deberes que quemaban como el sol de agosto. He intentado recuperar unas notas de trabajo que tomé de mala manera. Sigo perpleja frente al folio intentando descifrar mi propia letra que aun no comprendo en qué momento se transformó en delirio de curvas convertidas en un sindiós que me deja estupefacta. Escribir con buena letra era casi una obligación pero hoy es una de las muchas cosas que se van perdiendo. El teclado ha ganado la partida y nosotros, como idiotas, estamos dejando perder la posibilidad de comunicar y relacionarnos mediante el trazo personal de la escritura a mano. Una pena.

 

Anita Noire

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