Entre nosotros
¿No te parece bueno un pacto entre nosotros,
que, ante cada mirada curiosa de los otros,
un acuerdo cerrado, tan tácito y fingido
nos disimule un poco todo lo que ha ocurrido?
Es muy simple, te explico: vos pasas a mi lado
y yo muy distraído -turista equivocado-
finjo mirar la noche recién nacida en una
observación perdida, más me extasío en la luna;
hago que no te veo, que una amnesia terrible
me va librando acaso del cargo ineludible
de quererte y los años, irremediablemente,
hubieran borroneado tu recuerdo en mi frente.
Es fácil ese asunto de mentirse de a ratos,
es como andar descalzos sin perder los zapatos,
es vestir elegantes soportando el veneno
del corazón desnudo, sin reparo, al sereno.
Es el viejo recurso: la mentira piadosa,
ésa que duele tanto, que marchita la rosa,
el gesto camuflado, la palabra certera
que lo disfraza todo, hasta la primavera.
Cumplamos mutuamente la cruel coreografía:
dos extraños que pasan… no es mala idea la mía…
no hay odio, no hay, siquiera, ni un mísero recuerdo,
si surge una palabra… me la guardo, la muerdo.
Hipócritas, formales, ¡nunca nos conocimos,
o no éramos nosotros! –o tal vez nos perdimos-;
jamás te escribí nada, ni jamás lo leíste,
tu voz nunca he escuchado, más mi sombra no existe.
¿Probamos? ¿Te parece? Te ahorras tanta amargura,
yo aguanto lo que siento como una daga oscura.
vos te quedás callada, sufrís por otro loco,
yo enmudezco mi pecho… yo me muero de a poco.
Marcelo Galliano