Ana Gomila, una escritora con una prometedora proyección literaria.

Ana Gomila, una escritora…

 

Ana Gomila, escritora de Un acto reflejo y Un corazón tan negro, nos hablará de sus novelas presentes y futuras. Bienvenida, Ana.

Tras los saludos pertinentes, le preguntamos…


  • Ana, ¿qué novela ha sido más fácil de escribir: Un acto reflejo o Un corazón tan negro?

Corazón tan negro, sin duda. Primero porque tenía a los personajes definidos y, aunque he introducido alguno nuevo, el protagonista ya es como “uno más de la familia”; de hecho, a menudo me sorprendo pensando: “Esto le gustaría o esto le haría gracia al comisario Caravaggio”, porque para mí es como si estuviera vivo y me susurrara al oído de vez en cuando. Y en segundo lugar, porque el reto que me planteé al empezar a redactarlo, que fuera como una especie de diario de tan solo tres días de confinamiento y que en esos tres días mi comisario fuera capaz de resolver un crimen a distancia, con la sola ayuda de un antiguo subordinado, el ordenador y el teléfono, me daba un margen de acción reducido que, para mí, que tengo una imaginación caudalosa y tendente a la dispersión, era un estímulo muy fuerte.

Corazón tan negro

  • Tus obras son cortitas, y en ellas, la investigación policiaca, al más puro estilo clásico, es el hilo conductor de toda la historia. Si pudieses continuar escribiendo más episodios del inspector Caravaggio, ¿hasta dónde llegarías?

Hasta que me apeteciera. No me he marcado un objetivo concreto al respecto. Los fans del comisario Caravaggio de momento son pocos, pero tan ansiosos que ya me están pidiendo otra continuación cuando no hace ni un mes que salió al mercado Corazón tan negro… He de confesar que algo se me ha ocurrido y va tomando forma en mi interior, pero de ahí a que redacte un primer borrador, lo revise, lo rehaga, quizá varias veces, lo corrija y llegue a publicarlo, pueden pasar meses. Y tampoco es seguro que lo haga… Todo dependerá de la acogida del público; de los ejemplares que venda, en pocas palabras. No quiero tener la impresión de haber enterrado mis historias. Si ha de ser así, prefiero canalizar mi creatividad por otros caminos.

  • Algo que siempre me pregunto: ¿Cómo se te ocurren los títulos?

Ambos son una pista y vienen dados por la resolución del misterio. Son como una especie de clave de lectura. Y no me tiréis más de la lengua porque… ¡no puedo decir más sin reventar ambas novelas…


  • Tú decides sobre todos los aspectos de tu obra, ¿verdad? ¿En qué te basas para diseñar las portadas?

Para la cubierta de Un acto reflejo habría querido una propiedad rural inglesa tipo Miskin Manor, una versión modesta de las que aparecen en Dowton Abbey o Retorno a Brideshead, pero no encontré ninguna imagen libre de derechos de autor que me gustara, ninguna me parecía lo bastante evocadora, así que tuve que tirar de archivo fotográfico propio y encontré la que veis, que es del Hayedo de Tejera Negra, pero puede colar páramo inglés. O al menos, eso espero.

un acto reflejo

Puedes leer la reseña de Un acto reflejo en el blog de La Reina Lectora.

El lirio de agua de Corazón tan negro es de mi mismísimo patio, en el que me he pasado medio confinamiento, solo me ha faltado dormir en él, y lo retraté a propósito cuando me di cuenta de que tenía forma de corazón. Luego solo tuve que editarlo para lograr la textura, el sombreado y el contraste adecuados para sugerir angustia, amenaza, miedo; lo poco que tarda en mancharse la pureza en un mundo tan malvado como el nuestro.

  • Para escribir tu obra, ¿tienes que documentarte o sale todo de tu imaginación?

Los crímenes de Corazón tan negro tienen un trasfondo histórico para el que tuve que documentarme, sí, quien haya llegado hasta el final de la novela y haya leído los agradecimientos sabe de qué hablo… Y luego hay cositejas puntuales sobre las que he tenido que informarme para confirmar o desdecir las tontunas que me iba sugiriendo mi loca imaginación: por ejemplo, sobre los horarios de comida ingleses, sobre la ubicación de un determinado barrio de Estambul, sobre algunos aspectos médicos e incluso sobre el estado de salud de Boris Johnson, dado que la novela transcurre concretamente los días 6, 7 y 8 de abril, cuando el primer ministro estuvo ingresado en graves condiciones a causa del coronavirus.

  • ¿Y cómo eres de organizada? ¿Te haces esquemas o vas improvisando?

Voy improvisando totalmente, pero porque sé que tengo una mente calculadora y cuadriculada que pone el freno interno. Es decir, que escribo a lo loco, pero he leído suficiente para ir descartando ciertas cosas de antemano. Siempre he sido un ratón de biblioteca de cuidado y, para colmo, me gano la vida siendo profe de Lengua y Literatura, así que he de confesar que las ideas se me ordenan solas; no tiene ningún mérito. Como una vez me dijo una amiga chisposa: a ti no te cuesta peinarte, sino despeinarte.

  • Ana, si me lo permites, tienes una voz preciosa y, además, te dedicas a cantar con ella y también a narrar. ¿Me hablas de esta faceta de tu vida?

¡Muchas gracias! Jejeje. No soy yo quien para juzgar si es preciosa o no, pero desde luego le estoy dando un tute a la pobre… Para empezar porque, como ya he dicho, soy profe. Además, estudié Canto Lírico en el Conservatorio de mi ciudad y he formado parte de un montón de coros y grupos desde que era una adolescente granujienta, a menudo como solista. Hoy en día soy la orgullosa cantante principal y segunda percusionista de un grupo de música medieval y renacentista maravilloso, en mi YouTube tenéis muestras de ello, que se llama Gaudium et Musica. Además de dejarme tentar por cualquier proyecto implique un uso creativo de la voz: locuciones en radio, lecturas dramatizadas,…

Podéis ver a la autora en esta faceta de su vida en su canal de Youtube: Ana Gomila Domènech.

  • Si tus obras se convirtiesen en audiolibros… ¿Te gustaría doblarlos?

Si alguien me lo propusiera, me haría la mujer más feliz del mundo, para qué negarlo, jeje.

  • Para terminar, ¿qué va a encontrar el lector en tus novelas?

Un entretenimiento culto, profundo, digno y enriquecedor, con más de una capa de lectura. O al menos, eso me proponía yo…

 

La Reina Lectora

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