Escuchando a Lou Reed
El sonido metálico de tu guitarra se abre paso entre las grietas de mi pecho. Busca los delfines que guardo para jugar a solas contigo; pero esta vez, víctima de su desdicha, sólo encuentra el ácido gástrico de mi estómago. Hay desgarro en este Walk on the wild side que tú, como trovador de almas perdidas, me cantas. También pienso en la lluvia, porque las notas de tu voz en Sweet Jane son como las milenarias gotas de agua que intentan mojar mi cuerpo por dentro cada mañana. Me agarro a Heroin con todas mis fuerzas cuando creo que su atmósfera secará, por fin, mis lágrimas; esas que no paran de manar de mis ojos cuando oigo tu voz. Escuchando a Lou Reed, pienso que él es el mejor refugio donde esconderse de la lluvia; lluvia infinita que nos empapa día a día y nos impide ser felices.
Ángel Silvelo