La (in)gestión de los Poemas
Me gustan las palabras
que se deshacen solas en la boca,
las que sangran un poco entre los dedos
y dejan un sabor a tiempo crudo
debajo de los párpados.
A veces los poetas
cocinan para ti su mejor plato;
una espuma templada de nostalgias,
un crujiente de sueños imposibles,
o un cóctel de razones inequívocas.
Ellos hierven la piel de nuestras horas
y napan con un verso la distancia
que nos va separando.
Es, tal vez, la poesía
esa receta indiferente
que se cuaja en el aire de tu boca
y se derrite al fuego de tu prisa.
¿A qué sabe un abrazo?,
¿y el dolor?,
¿a qué temperatura se congelan
los te quieros de azúcar?
… simplemente
digerimos el ritmo de una vida
profundamente insípida.
Igual que no leemos el fruto de los árboles,
se nos hace difícil
degustar el mejor de los poemas.
A pesar de su aspecto delicioso,
no queremos probar.
Hay palabras que llegan a la mesa
cuando ya hemos comido.
Luis Oroz
Muy ingenioso el poema y bonita manera de mostrar la soledad del poeta y lo minoritario de su alcance. Enhorabuena.
Culinaria-mentE !!
Receta para almas insaciables. Bonita manera de abarcar las sombras y luces de este mundo tan poco apreciado, al que homenajeas con estos versos tan originales.
Felicidades y un abrazo.
Nunca me había planteado las palabras como ingredientes de esa gran receta del poema. Pero, claro, yo no soy un genio. Eres maravilloso, hasta en estos versos aparentemente ligeros y ligth escanciados en la porción justa.
«Hay palabras que llegan a la mesa
cuando ya hemos comido». Las tuyas lo hacen siempre en el mejor momento.
Un abrazo.