La mala intención, de Chelo Sierra.
¿Se puede escribir una novela negra diferente, después de los miles de obras que con esa temática se están últimamente publicando? Me adelanto a su respuesta: sí. Resultará difícil de creer, pero insisto: sí. La prueba la acabo de tener frente a mis ojos: La mala intención, de Chelo Sierra, que obtuvo el premio Ramiro Pinilla de novela corta en 2022 y que ahora publica, con acierto y elegancia, el exquisito sello Talentura. La persona que se acerque a sus páginas podrá creer que se encuentra ante otra novela negra cuando, nada más iniciar la lectura, descubra a una persona que agoniza, con dos balazos en el cuerpo. Pero pronto comprenderá que los ingredientes que la escritora madrileña va añadiendo a la narración no son los usuales: humor, ironía, surrealismo… Solamente con la gran inteligencia fabuladora de Chelo Sierra (este libro es el tercero suyo que devoro en tres meses) se puede conseguir que una pareja disímil de guardias civiles, unas pueblerinas que cubren su particular ruta del colesterol con mallas de Lidl, un bar que abre “cuando les sale de los huevos” (p.123), un galerista desesperado, un millonario caprichoso, un artista plástico que ha caído en desgracia y una mujer que, tras una juventud emprendedora e ilusionada, ahora se encuentra inmersa en una madurez gris formen un tejido narrativo de primera magnitud, en el cual los lectores sentimos brillar constantes destellos sarcásticos y, sobre todo, una historia que “mana y corre”, como la fuente de Juan de Yepes.
Al principio, es posible que usted experimente un ligero desconcierto cuando Julia, la esposa del pintor, decide meterse dentro de un cuadro de su marido, y con esa ceremonia mágica logra retornar al pasado; pero le aconsejo que se deje llevar. Acepte el pacto narrativo. Acepte que Chelo Sierra tiene un plan urdido para su historia (un plan ingenioso y brillante, se lo adelanto sin más spoiler) y que debe acompañarla hasta el final, fiándose de su criterio, si desea resolver el enigma. Solamente en las últimas páginas, como mandan los cánones, empezará a ver la luz. Y le aseguro que merece la pena haberse subido al velero, porque el océano que nos invita a surcar es esplendoroso.
Que sí, oigan, que esta narradora es una auténtica maravilla. Compruébenlo.
Rubén Castillo